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Hola Andrés!
No me olvido de tu libro y aquí está guardado para cuando vuelvas o alguien lo recoga por ti.
Gracias por querer leerme...
Algunos de los Haikus y poemas o prosas que lo acompañan, los inspiró Santa Cruz, en sus campos, en sus canchos nacieron. Eso siempre se lo deberé a su paz... su silencio... su tempo, tan diferente al de otros lugares.
El resto, (la mayoría) hubiesen nacido igual en cualquier otro sitio porque nada tienen que ver con el entorno. Y todos juntos forman parte de algo nuevo para mi, una experiencia única y desde luego muy placentera.
Con permiso y por si alguien de quien se pueda pasar por este foro es amante de las letras, dejo uno aquí, uno de los que nació tras pasear una noche cualquiera por cualquier calle de Santa Cruz, ante cualquier pozo.
Luna de plata.
Feliz duerme en el pozo,
despierta al alba.
Bella y caprichosa.
Tiene el mundo entero a sus pies
pero se encierra aquí.
Ocupando el sitio de otra.
Quiere dormir en él.
Cada noche.
Y él, cada noche, deseando
que no suceda otra vez.
Que no llegue el otro
y de nuevo se la lleve de su lado…
¡Maldito amanecer!
No me olvido de tu libro y aquí está guardado para cuando vuelvas o alguien lo recoga por ti.
Gracias por querer leerme...
Algunos de los Haikus y poemas o prosas que lo acompañan, los inspiró Santa Cruz, en sus campos, en sus canchos nacieron. Eso siempre se lo deberé a su paz... su silencio... su tempo, tan diferente al de otros lugares.
El resto, (la mayoría) hubiesen nacido igual en cualquier otro sitio porque nada tienen que ver con el entorno. Y todos juntos forman parte de algo nuevo para mi, una experiencia única y desde luego muy placentera.
Con permiso y por si alguien de quien se pueda pasar por este foro es amante de las letras, dejo uno aquí, uno de los que nació tras pasear una noche cualquiera por cualquier calle de Santa Cruz, ante cualquier pozo.
Luna de plata.
Feliz duerme en el pozo,
despierta al alba.
Bella y caprichosa.
Tiene el mundo entero a sus pies
pero se encierra aquí.
Ocupando el sitio de otra.
Quiere dormir en él.
Cada noche.
Y él, cada noche, deseando
que no suceda otra vez.
Que no llegue el otro
y de nuevo se la lleve de su lado…
¡Maldito amanecer!