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SANTA CRUZ DE LA SIERRA: CARMEN Martínez-Fortún 20/05/2012...

CARMEN Martínez-Fortún 20/05/2012

TAtrroyo de la Luz es el acogedor pueblo donde trabajo desde hace ya la tira de años, así que de corazón soy un poquito arroyana. Allí desempeño mi bellísima y trascendente labor profesional que lo es, no porque la realice yo de modo muy limitado acorde con mis limitadas posibilidades, sino porque lo es en verdad. Y si bien no me siento estupenda, como Rosa Díez, sí tengo la suerte de trabajar por vocación y no obligada. No elegí mi profesión en virtud del dinero que me iba a reportar. Nada más y ¡nada menos! aspiré a una remuneración digna y justa que me permitiera vivir sin estrecheces realizando la tarea que me encantaba. Y he sido muy feliz y lo sigo siendo en la enseñanza porque el trato diario con los chicos enriquece y no envejece, los años sí. Porque cada día se aprende algo, porque es dinámica, permite crear y dar y recibir mucho más de lo que se da.

Ahora parece que debería escribir de educación en estos momentos de incertidumbre y recortes a lo loco cuando los institutos viven horas agitadas en vísperas de una huelga convocada por todos los sindicatos. Pero hoy no toca. Voy a hablar de carreteras. Porque ese maravilloso pueblo de gente encantadora cuyo ayuntamiento gestiona de cine, pues en esta España consumida por las deudas es uno de los pocos que nada debe a sus proveedores, se encuentra en estos momentos peligrosamente separado de Cáceres por una no-carretera que a partir de Malpartida padece obras desde principio de curso. Una espantosa ruta, parcheada, bacheada, polvorienta, inacabada y que parece no se va a acabar. La Junta, antiguamente tan buena pagadora, ahora no paga y la empresa, exhausta, no termina lo empezado. Comprendo que es nefasto construir a crédito. Ahora escarmentamos tras lustros de haberlo hecho a lo bestia y aunque sea cansina, es una grave herencia. Pero los nuevos prometieron acabar con la asfixia de los acreedores. No debieron prometer lo que no podían cumplir. Y ahora no queda sino quejarnos en este ya largo año de nuestro descontento.
Saluda la piel de naranja