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Miguel Ferrer INVESTIGADOR DEL CSIC Y PRESIDENTE DE LA FUNDACION MIGRES: "Ha de evaluarse la ubicación de cada molino, no la del parque eólico entero"


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E. B. 15/07/2012
Recientemente tuvo lugar en Mérida la I Jornada científico-técnica sobre energía eólica y conservación de la biodiversidad en Extremadura. En ella se expusieron los resultados de diferentes estudios sobre la afección de los parques eólicos en la fauna y se abordaron cuáles pueden ser las mejores formas de mitigarlos. Miguel Ferrer, investigador del CSIC y presidente de la Fundación Migres, fue uno de los expertos que asistieron a este encuentro.
-- ¿En qué medida dañan los parques eólicos la biodiversidad?
--Lo primero que me gusta recordar siempre es que el origen mismo del desarrollo de la energía eólica fue como una parte de la solución a un grave problema que afectaba a la biodiversidad, las emisiones de gases de efecto invernadero. Lo que ocurre es que, como sucede con todas las tecnologías, sobre todo en sus comienzos, surgen aspectos negativos que no estaban contemplados originalmente. En el caso de los parques eólicos, hasta que no se han instalado en suficiente número no hemos podido comprobar que había algunos efectos, particularmente en relación con la mortalidad de aves y murciélagos, que no habían sido estimados en un principio de forma adecuada. Todos los parques instalados en España, como en otros países, han seguido procedimientos de evaluación de impacto ambiental que estaban diseñados por la Administración al nivel de conocimientos que se tenía en los años noventa. Esos requisitos incluían un estudio previo de la avifauna de la zona con la intención de descartar aquellos lugares que tuvieran un gran tránsito de aves susceptible de accidentes. Eso parecía razonable, pero años después, cuando se han instalado los parques que cumplían con ese criterio, hemos comprobado que en algunos casos producían mortalidades muy elevadas, lo que demuestra que el procedimiento no había sido del todo adecuado. Lo que hemos aprendido es por qué no lo es, cómo conseguir procedimientos más correctos y cómo resolver los problemas de los parques instalados.
-- ¿El problema es entonces que los estudios de impacto ambiental han quedado desfasados?
--Evidentemente. Hay que tener en cuenta que, por muy buena voluntad que pongamos todos, cuando se trata de infraestructuras novedosas, no se pueden comprobar sus efectos hasta que están funcionando. Lo que parecía correcto al inicio, se ha demostrado que no era suficientemente preciso, lo que ha permitido la instalación de parques eólicos en sitios donde estaban causando mucha mortalidad. Lo que hemos aprendido básicamente es que no hay una relación directa entre la densidad de aves y la mortalidad. Depende, y mucho, de la forma en la que las aves se muevan por el espacio en concreto. Hay parques con una gran densidad de aves y muy poca mortalidad y otros con una menor densidad y mortalidades mucho mayores. Esto se debe, entre otras cosas, a que la mortalidad está distribuida según el molino, no según el parque eólico. Hay pocos molinos que matan muchas aves y la inmensa mayoría de ellos no mata ninguna.
--Y esto, al elaborar el estudio de impacto ambiental, ¿en qué se traduciría?
--Nuestras sugerencias son variadas. La primera de ellas es que la unidad de trabajo más adecuada no es el parque eólico, sino el molino. Es su ubicación concreta la que ha de ser evaluada. Segundo, no solo tenemos que saber cuántas aves hay en la zona, sino qué zonas en concreto utilizan cuando pasan. Y para poder hace eso hemos desarrollado herramientas que inicialmente se hicieron con túneles de viento, con reproducciones de orografías reales, para poder predecir por dónde se van a mover las aves con determinadas condiciones de viento. Actualmente trabajamos en convertir esto en una aplicación informática con la intención de que las Administraciones Públicas y los promotores dispongan de una herramienta precisa con la que decidir si la ubicación concreta de un molino es adecuada o no lo es y, en ese último caso, eliminarlo o moverlo para sacarlo de la zona de riesgo.
--El que se hayan paralizado las primas a las renovables, ¿no puede suponer un problema para la implantación de este tipo de sistemas si se elevan los costes?
--En principio no, porque esta tecnología no es más costosa ni en tiempo ni en dinero. De hecho, potencialmente supone una simplificación del procedimiento ambiental, que podría hacerse de una forma mucho más precisa y de forma más eficiente, más barata, no tanto en dinero como en tiempo.
-- ¿Y qué es lo que se puede hacer para mejorar la situación en los parques ya implantados?
--Recientemente hemos desarrollado un experimento en colaboración con la Junta de Andalucía. El resultado es que hemos sido capaces de bajar más del 60% de la mortalidad de buitres en parques eólicos mal instalados reduciendo la producción anual tan solo un 0,07%. Incluso en el caso de los errores ya cometidos existen alternativas viables económicamente para reducir significativamente el impacto. También aquí hay una amplia línea de desarrollo de tecnologías como sistemas de vigilancia automatizados que nos permiten resolver esto de una forma eficiente desde el punto de vista económico, unas tecnologías que también se podrían exportar a los países que están empezando a implantar parques eólicos.
--Aparte de su impacto en la biodiversidad, también están los efectos de los parques en el paisaje o en el turismo...
--El paisaje no es una realidad biológica, es una construcción cultural. Nos transmite lo que nosotros depositamos en sus elementos con unas connotaciones culturales. Lo que antes nos parecía hermoso, puede no parecérnoslo ahora o al revés. En ese sentido, los parques eólicos pueden ser un inconveniente si los percibimos cargados de connotaciones negativas porque que matan aves o por otros problemas, pero también pueden tenerlas positivas si somos capaces de solucionar este tipo de cuestiones y ver que son una solución a un problema tan grave como el del calentamiento global. Eso independientemente de que hay técnicas muy precisas para que los impactos en el paisaje sean los menores posibles.


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1 Comentario

01
Por lugareño: 09:12. 15.07.2012
Los lugares donde colocar el molino eólico, son las zonas de montaña, ya que no se produce daño a la tierra de cultivo, por el contrario el molino no genera ni eleva la temperatura en el ambiente, como lo hace la placa solar, es fácil comprender que si una calle se pavimenta con placas de acero, no se puede caminar por ella, la sensación de calor que se siente nos incomoda hacerlo y no hace falta mencionar si se decide hacerlo caminado descalzo, sería prácticamente imposible. La gran zona montañosa de que dispone la provincia de Cáceres, hace que sea más rica en la colocación del molino eólico, que en la provincia de Badajoz, que la mayor parte de su superficie es toda ella llana, además destinada a la explotación agrícola. Cáceres capital, cuenta con una estupenda montaña que se extiende hasta llegar a Sierradefuentes, Con otros lugares montañosos de la provincia al norte, como Hoyo, Coria, Hervás y Plasencia, en la parte este se cuenta con Guadalupe, Cañamero, y Logrosán, en su parte oeste se tiene Alcántara y Valencia de Alcántara, formando la parte sur Montánchez y la Sierra de Santa Cruz. Este gran núcleo montañoso es de condiciones óptimas y apropiadas para este menester de implantación del molino eólico, con superficie suficiente para generar energía eléctrica para la cuarta parte de España.