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TRIBUNA
Cuando atraca el banquero


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LUIS Del Val (periodista) 17/07/2012
Los atracadores que, con la pistola amartillada, atracan una sucursal bancaria son individuos peligrosos, que conviene capturar, sin lástima y sin contemplaciones. No obstante, estos amenazadores sujetos se enfrentan a una pena de diez años de prisión, es decir que se arriesgan, se la juegan y ponen en el tablero de la partida su propia libertad.
Sin embargo, cuando el atracador es el banquero que, sentado cómodamente en su despacho, da la orden a sus empleados de que atraquen a los clientes, y les engañen con las acciones preferentes, sin explicarles que no podrán sacar su dinero, abusando de la confianza que aureola a la banca, esos bandoleros con traje y corbata, no corren ningún riesgo, porque están convencidos de que sus empleados, con tal de salvar su culo, es decir, su puesto de director de la sucursal, no vacilarán en engañar al jubilado y exprimirle los ahorros, y ponerlos en una cuenta donde, como ha ocurrido en Galicia, no podrán sacar el dinero hasta el año 9999.
Parece una broma pero es real, porque las hazañas de los bandidos, aunque operen sin riesgo, causan destrozos entre las víctimas. Y escribo bandido con todas sus consecuencias, porque según el DRAE, en su tercera acepción bandido se refiere a la persona perversa, engañadora y estafadora. Y hay que ser tremendamente perverso, o sea, un bandido, para engañar y estafar a personas sin conocimientos financieros, sabiendo que firmarán en barbecho cualquier papel que les pongan por delante, porque están convencidos de que quien lo hace es una persona honrada, ignorando que es un odioso bandido que obedece a otro aborrecible bandido más importante que, seguramente, está aprovechando la campaña de engaño para procurarse unas indemnizaciones que los estafados puede que no hayan logrado reunir trabajando a lo largo de toda su vida. Que esta hez social no pague sus estafas es algo revolucionario que invita a lo más peligroso en lo que puede caer una sociedad: la tentación de caer en la ira violenta y tomarse la justicia por mano propia.