Luz ahora 0,10390 €/kWh

SANTA CRUZ DE LA SIERRA: Poema de Mío Cid...

Poema de Mío Cid
Cantar Primero: Destierro del Cid

[El Cid, que servía al rey Alfonso VI, fue atacado por el conde García Ordóñez, un gran amigo del rey. El Cid no pudo dejar sin vengarse el ataque y venció al conde, insultando su honor: le mesó la barba (le arrancó pelos de la barba). García Ordóñez se puso furioso y le habló mal del Cid al rey. El rey desterró al Cid. El poema comienza en el momento de salir de Burgos.]

1
Con sus ojos muy grandemente llorando
tornaba la cabeza y estábalos mirando:
vio las puertas abiertas, los postigos sin candado,
las perchas vacías sin pieles y sin mantos
y sin halcones y sin azores mudados.
Suspiró mío Cid triste y apesadumbrado.
Habló mío Cid y dijo resignado:
« ¡Loor a ti, señor Padre, que estás en lo alto!
Esto me han urdido mis enemigos malos».
Notas:
postigo: puerta
halcón: pájaro fuerte que se usa para la caza
azores: pájaros fuertes (hawks); mudados: que habían cambiado las plumas
apesadumbrado: muy triste
me han urdido: han conspirado contra mí

2
Ya cabalgan aprisa, ya aflojan las riendas.
Al salir de Vivar, tuvieron la corneja diestra,
y entrando en Burgos, tuviéronla siniestra.
El Cid se encogió de hombros y meneó la cabeza:
« ¡Albricias, Álvar Fáñez, que si ahora nos destierran
con muy gran honra tornaremos a Castiella!»
corneja diestra... siniestra: ver una corneja (pájaro negro) a la derecha (diestra)
significaba buena fortuna; a la izquierda (siniestra) indicaba mala fortuna

3
Mío Cid Ruy Díaz por Burgos entróve,
van en su compañía sesenta pendones;
salen a verlo mujeres y varones,
burgueses y burguesas a las ventanas se ponen,
llorando de los ojos, ¡tan grande era su dolor!
De las sus bocas todos decían una razón
« ¡Dios, qué buen vasallo, si tuviese buen señor!»
entróve: entró
razón: palabra

4
Le hospedarían con gusto, pero ninguno osaba:
que el rey don Alfonso le tenía gran saña.
Antes de la noche en Burgos entró su carta
con gran mandamiento y fuertemente sellada
que a mío Cid Ruy Díaz que nadie le diese posada
y aquellos que se la diesen supiesen vera palabra
que perderían sus bienes y además los ojos de la cara,
y aun además los cuerpos y las almas.
Grande duelo tenían las gentes cristianas;
se esconden de mío Cid, que no osan decirle nada.
El Campeador se dirigió a su posada;
cuando llegó a la puerta, la halló bien cerrada,
por miedo del rey Alfonso, así ellos acordaran:
que a menos que la rompiese, no se la abrirían por nada.
Los de mío Cid a altas voces llaman,
los de dentro no les querían responder palabra.
Aguijó mío Cid, a la puerta se llegaba,
sacó el pie del estribo, un fuerte golpe daba;
no se abre la puerta, que estaba bien cerrada.
Una niña de nueve años a mío Cid se acercaba:
«Ya Campeador, en buen hora ceñiste espada
«El rey lo ha vedado, anoche entró su carta,
«con gran mandamiento y fuertemente sellada.
«No os osaríamos abrir ni acoger por nada;
«si no, perderíamos los bienes y las casas,
«y aún además los ojos de las caras.
«Cid, en nuestro mal vos no ganáis nada;
mas el Criador os guarde con todas sus virtudes santas».
Esto la niña dijo y tornó para su casa.
Ya lo ve el Cid que del rey no esperaba gracia.
Partióse de la puerta, por Burgos aguijaba,
llegó a Santa María, luego descabalga;
hincó las rodillas, de corazón rogaba.
La oración hecha, luego cabalgaba;
salió por la puerta, el río Arlanzón pasaba.
Junto a la villa de Burgos en la glera acampaba,
mandó plantar las tiendas, después descabalgaba.
Mío Cid Ruy Díaz, el que en buen hora ciñó espada,
acampó en la glera que nadie le abre su casa;
están junto a él los fieles que le acompañan.
Así acampó mío Cid como si fuese en montaña.
saña: enojo, odio
fuertemente sellada: enviada por el rey con intenciones severas
supiesen vera palabra: no debieran dudar
acordaran: habían acordado
la rompiese: rompiese la puerta
aguijar: espolear, incitar (un caballo)
ceñiste: te pusiste
vedado: prohibido
glera: ribera del río
montaña: bosque

[El Cid pasa por San Pedro de Cardeña para despedirse de su mujer, doña Jimena, y a sus hijas, doña Elvira y doña Sol.]

He aquí a doña Jimena que con sus hijas va llegando;
dos dueñas las traen a ambas en sus brazos.
Ante el Campeador doña Jimena las rodillas ha hincado.
Lloraba de los ojos, quiso besarle las manos:
« ¡Ya Campeador, en hora buena engendrado,
«por malos intrigantes de Castilla sois echado! »
16
«Ay, mi señor, barba tan cumplida,
«aquí estamos ante vos yo y vuestras hijas,
« (muy niñas son y de pocos días),
«con estas mis damas de quien soy yo servida.
«Ya lo veo que estáis de partida,
«y nosotras y vos nos separamos en vida.
« ¡Dadnos consejo, por amor de Santa María!»
Alargó las manos el de la barba bellida,
a las sus hijas en brazos las cogía,
acercólas al corazón que mucho las quería.
Llora de los ojos, muy fuertemente suspira:
« Ay, doña Jimena, mi mujer muy querida,
«como a mi propia alma así tanto os quería.
«Ya lo veis que nos separan en vida,
«yo parto y vos quedáis sin mi compañía.
«Quiera Dios y Santa María,
«que aún con mis manos case estas mis hijas,
«y vos, mujer honrada, de mí seáis servida».
barba tan cumplida: referencia al machismo, al poder del Cid y al respeto que se le debe
bellida: bella

17
Por Castiella se va oyendo el pregón,
cómo se va de tierra mío Cid el Campeador;
unos dejan casas y otros, honor.
En ese día en el puente de Arlanzón
ciento quince caballeros todos juntados son;
todos demandan por mío Cid el Campeador.
honor: aquí, tierras y haciendas

18
[Ya llega el momento de salir de su tierra. El Cid les habla a sus hombres.]

El día es salido, la noche quería entrar,
a sus caballeros mandólos todos juntar:
«Oíd, varones, no os dé pesar;
«poco dinero traigo, vuestra parte os quiero dar.
«Tened en cuenta cómo os debéis comportar:
«mañana temprano cuando los gallos cantarán,
«no perdáis tiempo, los caballos ensillad;
«en San Pedro, a maitines tañerá el buen abad,
«nos dirá la misa de Santa Trinidad;
«dicha la misa, tendremos que cabalgar,
«pues el plazo se acerca y mucho hemos de andar».
Como lo manda mío Cid así todos lo harán.
Hecha la oración, la misa acabada ya,
salieron de la iglesia, ya quieren cabalgar.
El Cid a doña Jimena la iba a abrazar;
doña Jimena al Cid la mano le va a besar,
llorando de los ojos que ya no puede más.
Y él a las niñas volviólas a mirar:
«A Dios os encomiendo, nuestro Padre espiritual,
«ahora nos separamos, ¡Dios sabe el ajuntar!
Llorando de los ojos con un dolor tan grande,
así se separan como la uña de la carne.
a maitines tañera: se doblarán las campañas para llamar a la gente a la iglesia
ajuntar: el momento de reunirse otra vez

19
Se acostó mío Cid cuando la noche llegó,
soñó un sueño dulce, ¡qué bien que durmió!
El ángel Gabriel a él vino en visión:
«Cabalgad, Cid, el buen Campeador,
«que nunca en tan buen hora cabalgó varón;
«mientras que vivieseis tendréis buen honor».
Cuando despertó el Cid, la cara se santiguó.