SANTA CRUZ DE LA SIERRA: El Cid y sus hombres entran el reino moro de Toledo,...

El Cid y sus hombres entran el reino moro de Toledo, un rey tributario del rey Alfonso. El Cid va rumbo a Castejón mientras Álvar Fáñez y otros hombres pasan por Guadalajara. El Cid llega a Castejón.]

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Ya amanecía y venía la mañana,
salía el sol, ¡Dios, qué hermoso apuntaba!
En Castejón todos se levantaban,
abren las puertas, afuera se mostraban,
para ir a sus labores y a sus campos de labranza.
Todos han salido dejan libre la entrada,
sólo pocas gentes en Castejón quedaban;
las gentes por los campos andan ocupadas.
El Campeador salió de la celada,
en torno a Castejón aprisa cabalgaba,
Mío Cid don Rodrigo corre hacia la entrada,
los que guardan la puerta viéndola asaltada,
tuvieron miedo y la dejan desamparada.
Mío Cid Ruy Díaz por las puertas entraba,
trae en la mano desnuda la espada,
quince moros mataba de los que alcanzaba.
Ganó a Castejón y mucho oro y plata.
Sus caballeros llegan con la ganancia,
la dejan a mío Cid sin querer para sí nada.
salió de la celada: salió de donde estaba escondido

[Álvar Fáñez vuelve de Guadalajara con la riqueza que ganó (ovejas, caballos, etc.). El Cid comparte el tesoro con sus hombres. El Cid decide abandonar Castejón porque no quiere ser atacado por el rey Alfonso (y Alfonso es amigo del rey de Toledo donde queda la ciudad). Para mostrar su generosidad, el Cid libera a 200 moros que había cautivado.]

«Del castillo que tomaron todos ricos se van;
los moros y las moras bendiciéndole están».
[El Cid decide ir a atacar Alcocer. El rey de Valencia, que controla Alcocer, manda un ejército de 3.000 hombres para reconquistar la ciudad. Los moros cercan al Cid y le quitan el agua. Los hombres del Cid quieren ir a la batalla, pero el Cid quiere consultar con sus hombres.]

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Al cabo de tres semanas, cuando la cuarta iba a entrar,
mío Cid de los suyos se quiso aconsejar:
«El agua nos han quitado, nos va a faltar el pan,
«si quisiéramos irnos de noche no lo consentirán;
«son demasiadas sus fuerzas para con ellos luchar;
«decidme, caballeros, qué consejo tomar».
Primero habló Minaya, un caballero leal:
«de Castilla la gentil hemos venido acá,
«si con moros no luchamos no ganaremos el pan.
«Somos unos seiscientos, acaso alguno más;
«en el nombre del Criador que no se haga más;
sino irlos a combatir mañana sin tardar».
Dijo el Campeador: «ése es buen hablar;
hablasteis como honrado, como era de esperar».
[Se preparan para el ataque y, al amanecer, el Cid manda que todos salgan a la batalla. El Cid entrega su enseña (su bandera) a Pero Bermúdez para que la lleve.]

Abrieron las puertas, afuera salen ya;
los ven las avanzadas, a sus huestes van a avisar.
¡Con qué prisa los moros se comienzan a armar;
ante el ruido de los tambores la tierra quería quebrar;
vierais armarse a los moros, aprisa entrar en haz
En la parte de los moros dos grandes enseñas van,
y los otros pendones, ¿quién los podría contar?
Las haces de los moros comienzan a avanzar
hacia mío Cid y los suyos, para irlos a atacar.
«Estad quietas, mesnadas, aquí en este lugar,
«nadie salga de filas hasta que lo oigáis mandar».
Aquel Per Bermúdez no se pudo aguantar;
la enseña tiene en la mano, comenzó a espolear:
« ¡El Criador nos valga, Cid Campeador leal!
«Voy a meter vuestra enseña en medio del mayor haz;
«veremos estos caballeros cómo la protegerán».
Dijo el Campeador: « ¡No lo hagáis, por caridad»
Repuso Per Bermúdez: « ¡Ya veréis como se hará!»
Espoleó al caballo, lo metió en mayor haz.
Los moros lo reciben, la enseña vanle a quitar,
le dan grandes golpes no le pueden derribar.
Dijo el Campeador: « ¡Valedle, por caridad!»
avanzadas: hombres moros que vigilaban la tierra
haz: formación para la batalla
enseña: bandera
mesnada: tropa
espolear: incitar al caballo

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Embrazan los escudos ante sus corazones,
enristran las lanzas, envueltos los pendones,
inclinaron las caras encima de los arzones,
íbanlos a atacar con fuertes corazones.
A grandes voces llama el que en buena hora nació:
« ¡Atacadlos, caballeros, por amor del Criador!
« ¡Yo soy Ruy Díaz de Vivar, el Cid Campeador!»
Todos atacan al haz donde está Per Bermudoz.
Trescientas lanzas son, todas llevan pendón;
trescientos moros matan al primer empujón,
y al hacer la tornada otros tantos muertos son.
enristran: bajan
pendones: banderas o estandartes
arzón: parte de la silla
hacer la tornada: virar para atacar desde la dirección opuesta

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Allí vierais tantas lanzas subir y bajar,
tanta adarga horadar y pasar,
tanta loriga romper y rajar,
tantos pendones blancos rojos de sangre quedar,
tantos buenos caballos sin sus dueños andar.
Oyerais a unos, « ¡Mahoma!»; a otros, « ¡Santiago!» gritar.
Yacían por el campo en poco lugar
mil y trescientos moros muertos, ya.
adarga: escudo de cuero
horadar: agujerear, atravesar de parte a parte
loriga: arma para defender el cuerpo, cota de mallas
rajar: romper
Santiago: santo patrón a quien los cristianos dedicaban sus batallas

[Los hombres del Cid vencen a los moros y los persiguen hasta Calatayud. Los hombres del Cid ganan mucho tesoro de la conquista y envían parte de su riqueza al rey Alfonso. El rey acepta el regalo y proclama que los que quieran podrán juntarse con el Cid. Pero todavía mantiene en efecto el destierro del Cid. El Cid continúa sus hazañas en Zaragoza y termina por dominar el reino de Zaragoza. Hacia el final del cantar, el Cid decide ir a tierras bajo la protección de Barcelona, pero el Conde de Barcelona se siente insultado y ataca al Cid. El Cid vence al Conde y gana la espada, "Colada."]