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Esquina blasonada de la casa de los doce meses.
SOLEDAD GÓMEZ prov-caceres@extremadura. elperiodico. com TRUJILLO
19/07/2019

La charca del parque de San Lázaro está siendo nuevamente objeto del despesque de tencas debido a que han comenzado a aparecer peces muertos. Ha sido la Sociedad de Pescadores Alta Extremadura de Trujillo la que ha dado la voz de alarma y se ha puesto manos a la obra para retirar todos los ejemplares posibles, con los permisos pertinentes. Estos están siendo repartidas al resto de charcas como son Nápoles y el coto ... (ver texto completo)
SOLEDAD GÓMEZ prov-caceres@extremadura. elperiodico. com TRUJILLO
17/07/2019

El barrio de la Piedad, en Trujillo, se prepara para vivir sus fiestas patronales con un amplio programa de actividades. Entre las principales novedades está el adelanto de la fecha de celebración, que tendrá lugar del 19 al 28 de julio, decisión que ha sido tomada pensando en su coincidencia con otros eventos «por lo que queríamos que tuviera protagonismo y que acudiera el mayor número de asistentes», según explica ... (ver texto completo)
La machacadora de ajos y cebollas, el caldero de cobre y el baúl de los recuerdos de la Ilustre conquistadora ciudad de Trujillo.
Hoy el trabajo a realizar con el ADN de un escrito cualquiera elegido al azar dice así
"Anunciación de María".
Sacado del baúl de los recuerdos, donde el tiempo lo guardó durante mucho tiempo; pero que dirá la ecuación casual al combinar matemáticamente todas las letras que componen el escrito sacado del baúl de los recuerdos. El resultado de lo que sale dice así:
"María ... (ver texto completo)
El baúl de los recuerdos, el caldero de cobre y la machacadora de ajos y cebollas.
Son muy numerosos los refranes de Trujillo y de toda Extremadura, exponemos otros dos muy típicos de los grandes refranes extremeños.
"Que más vale perder un minuto en la vida, que la vida en un minuto"
Su propia ecuación casual se contesta con la combinación matemática de todas sus letras y será:
"Que vale más perder la vida en un minuto, que un minuto en la vida"
Es sumamente fácil comprobar que la propia ... (ver texto completo)
El patio de mi escuela
es particular
cuando llueve se moja
como los demás.
Agáchate
vuélvete
agachar...?
Soledad Gómez Cabanillas
12/07/2019

Cada vez son más los profesionales o aficionados a la ornitología que, atraídos por la colonia de cernícalos primillas, acuden las instalaciones del Centro Integral de Desarrollo (CID) iNovo de Trujillo, ubicado en el antiguo silo. Y no solo lo visitan por fuera, para contemplar la entrada y salida de estos pájaros de la veintena de cajas nido, sino también por dentro. Y es que en una de sus salas se encuentra una pantalla en la que se puede observar de cerca ... (ver texto completo)
Soledad Gómez Cabanillas
13/07/2019

Las obras de reforma del antiguo centro de la Seguridad Social de Trujillo van a buen ritmo, gracias a la intervención de los participantes en la Escuela Profesional de Albañilería ‘Taryalah VI’ que pueso el ayuntamiento en marcha el pasado mes de octubre. Concretamente, se está llevando a cabo la rehabilitación de una de las zonas del edificio, que será destinada a oficinas municipales, con la construcción también de una zona de recepción y aseos, según el ... (ver texto completo)
Casa de los pizarros con la espada por cruz.
No tengo más que añadir. No se trata de definir las palabras españolas que derivan del árabe, sino de las características de una fotografía en cuestión. Saludos.
El caldero de cobre, el baúl de los recuerdos y la machacadora de ajos conocido por la zona como el "mortero", elementos antiguos utilizados por la mujer, los tres elementos principales para la conquista del hombre. Siempre la mujer conquista al hombre por sus cosas, el caldero para el estomago, el baúl para guardar el recuerdo, la machacadora para trinchar ajos y cebolla; ya que por Trujillo y en toda Extremadura hay un dicho o refrán que dice: "de lo que se come se cría". Yo supongo que el mal ... (ver texto completo)
Soledad Gómez Cabanillas
09/07/2019

La suerte le ha vuelto a sonreír a Trujillo en forma de miles de euros. Ha sido gracias al cupón de la ONCE vendido por el agente Martín Manuel Muñoz Pastor el pasado domingo. El cupón premiado ha sido el del número 63821, serie 41, premiado con un número y serie adicional al premio mayor. En esta ocasión el afortunado comprador recibirá 24.000 euros al año durante diez años, es decir, 240.000 euros en total. Martín Manuel, discapacitado sensorial, también ... (ver texto completo)
La conquista de América está repleta de historias heroicas donde los Cortés, Pizarro, Balboa o Valdivia hacían gala de un valor y una pericia poco comunes. En ocasiones, el relato de sus hazañas puede hacernos pensar que la conquista fue una aventura exclusivamente masculina y que las pocas mujeres que cruzaron el Atlántico lo hicieron como meras acompañantes de sus esposos. Esto dista mucho de ser real. Las primeras mujeres que llegaron a América, auténticas pioneras del orden social en el Nuevo Mundo, fueron además protagonistas de las exploraciones y descubrimientos y muchas de ellas llegaron solteras, soñando con un futuro más propicio al igual que los hombres.

Isabel de Barreto, la primera almiranta de la historia, la monja alférez, que combatía codo a codo con los hombres o Isabel de Guevara, superviviente de una de las primeras expediciones al Río de la Plata son algunos buenos ejemplos de ello. El propio Hernán Cortés aseguró que sin el concurso de la india Malinche la conquista del imperio azteca no habría sido posible. La extremeña Inés Suárez encarna ese papel de mujer ‘de armas tomar’ tan bien como las anteriores. Al igual que Isabel de Barreto o Isabel de Guevara, Inés Suárez dio el salto a América empujada por su marido y como la de ellas, su aventura empezó a escribirse y a tomar vuelo en solitario.

Inés Suárez había nacido en Plasencia en 1507. Huérfana de padre, doña Inés fue criada por su madre, que le enseñó el oficio de costurera y por su abuelo, un ebanista de cierto renombre pero de escasa hacienda que cuidó lo que pudo la buena formación de su nieta. A los 19 años Inés contrajo matrimonio con Juan de Málaga, un aventurero tan pobre como ella que al año siguiente puso rumbo a América en busca de mejor fortuna y bajo vanas promesas de regresar. Durante una década permaneció Inés esperando noticias suyas y como estas no llegaban, decidió marchar ella misma al Nuevo Mundo para reunirse con él.

Inés solicitó una cédula real para viajar a Venezuela, donde perdía la pista de su marido, que le fue concedida en 1537. Tras un inagotable rastreo que llevó a la joven por distintos países, supo que su marido se había unido a los Pizarro y había perdido la vida en la batalla de las Salinas. Siendo viuda de un soldado español, Inés pudo solicitar tierras en Cuzco y una encomienda de indios, asentándose en Perú como una colona más. Sin embargo en Cuzco conocería a la persona que le iba a cambiar la vida: don Pedro de Valdivia.

Diez años mayor que ella, Valdivia era un militar con un largo y meritorio historial – Pavía, Valenciannes y las guerras de Italia – que había sido lugarteniente de Pizarro en la batalla de las Salinas y que estaba ansioso por vivir sus propias aventuras. Ambos traban una buena amistad – que después se convertiría en romance – y cuando Valdivia le propone a Pizarro sustituir al traidor Almagro – muerto en la batalla de las Salinas – y encabezar la conquista de Chile, Inés Suárez decide acompañarle convirtiéndose en la única mujer de la expedición y en la primera europea que pisaría tierras chilenas.

Como tantos otros conquistadores, Valdivia perseguía la gloria imperecedera, pero a diferencia de ellos no buscaba sólo oro y aventuras sino también unas buenas tierras donde asentarse y vivir con desahogo. Y si era como gobernador tanto mejor. Es posible que ya entonces Pedro e Inés tuviesen un proyecto común porque la expedición que comandaron llevaba un buen cargamento de semillas, aves y ganado doméstico y sólo ocho soldados, por lo que parecía más una incursión colonizadora que de conquista.

Para evitar la oposición de la iglesia Pedro de Valdivia tuvo que registrar a Inés como empleada doméstica a su servicio personal. Juntos y al mando de cerca de mil indios y no más de un centenar de hombres, unos colonos, otros soldados y algunos buscavidas que se iban encontrando y se unían a la aventura, atravesaron el desierto de Atacama y comprobaron en sus carnes el rigor extremo del clima y la geografía chilena. También tuvieron escaramuzas con los indios, que les causaron las primeras bajas.

Por fin llegaron al valle de Mapocho, una zona fértil y con abundancia de agua donde don Pedro fundó la ciudad de Santiago de Nueva Extremadura. Desde este primer asentamiento Valdivia pudo proseguir la conquista de Chile, una empresa lenta y farragosa debido a sus escasas tropas y a la intromisión de Pedro Sancho de la Hoz, llegado con permiso del rey para conquistar las tierras de Nueva Extremadura, pero cuyo objetivo en la sombra fue la eliminación de Valdivia.

En una ocasión, aún en el desierto de Atacama, Sancho de la Hoz y cuatro de sus secuaces se dirigieron a la tienda de Valdivia con la más que probable intención de darle muerte, pero se encontraron con Inés Suárez, que viendo sospechosa la determinación de aquellos hombres, trató de engatusarles invitándoles a unas bebidas. Y así, jarra tras jarra, la valiente joven descubrió las dagas que llevaban y pudo desarmarles sin violencia ni derramamiento de sangre.

Inés se había ganado el prestigio entre los hombres de Valdivia ocupándose de los heridos y siendo algo así como una guía espiritual para ellos. También se había convertido en la amante del capitán, pero eso era algo que por entonces, todos conocían y consentían. Una vez fundada la ciudad de Santiago Inés y Valdivia ocuparon un solar frente a la Plaza Mayor, en la vereda norte del casco fundacional.

En una ocasión, en septiembre de 1541, con Valdivia ausente porque había acudido con medio centenar de hombres a sofocar una rebelión de indígenas en Cachapoal, doña Inés supo que miles de indígenas se habían apilado en los bosques cercanos a la ciudad, dispuestos a atacar en cualquier momento. Varias personas acudieron a preguntarle si debían liberar a los indios prisioneros en señal de amistad, pero doña Inés ordenó con buen criterio mantenerles presos. En caso de que la situación empeorase, al menos tendrían algún recurso con el que negociar. Y claro que la situación empeoró.

Unas pocas decenas de jinetes salieron a hacer frente a los indígenas pero estos ascendían a 8.000 y aunque iban a pie y no llevaban armaduras ni armas tan letales como las de los españoles, al final tuvieron que replegarse, lo que permitió a los indios sitiar la ciudad y hostigar los muros que la protegían. Con flechas incendiarias, los indios lograron prender fuego en el casco urbano y la situación parecía tan desesperada que el cura Marmolejo dijo que aquello era como el día del juicio final.

Durante la batalla, doña Inés no dejó de atender a los heridos y de mantener el ánimo de los suyos llevándoles víveres y municiones, pero en el fondo sabía que no había forma de detener a aquellas hordas enfurecidas. Desde las mazmorras, los siete caciques prisioneros alentaban a sus hombres viéndose ya libres. Fue entonces cuando doña Inés vio una salida. Mataría a los siete caciques para privar a los indios de su botín y así crear entre ellos el desconcierto. Muchos hombres se opusieron al plan, confiando aún en que la vida de aquellos jefes era la llave de la paz, pero doña Inés sabía que en cuanto los liberasen arrasarían el poblado. Con total determinación – lo que da prueba de su ascendencia entre aquellos hombres – fue hacia las mazmorras y ordenó a los vigilantes ejecutar a los caciques. Y como los soldados no creían lo que oían, uno de ellos le preguntó cómo quería que los ejecutasen y doña Inés, tomando su espada, segó la cabeza del primero de ellos y respondió: “De esta manera”.

Uno tras otro, Inés cortó la cabeza de los siete caciques y según cuenta el cronista Pedro Mariño de Lobera, que presenció aquellos insólitos hechos, acto seguido se ciñó una cota de mallas y salió a dirigir a los suyos en el combate. Los indios, al ver las cabezas de sus caciques y aquel ejército renovado que de pronto se les echaba encima, perdieron parte de su confianza y tras una serie de escaramuzas en las que no consiguieron traspasar la resistencia española, optaron por dispersarse. La leyenda monta a doña Inés en un caballo blanco repartiendo mandobles como una Juana de Arco y quizás la historia no fuese para tanto, pero aquella determinación de matar a los caciques y presentar sus cuerpos fue decisiva para cambiar el rumbo de la batalla.

Durante diez años, Valdivia y doña Inés trataron de señorear aquellas tierras lejanas e indómitas y al margen de su historia de amor, ella fue tan importante para él como el mejor de sus lugartenientes. Sin embargo, su historia removió las envidias y como no había otros frentes por donde atacarle, acusaron a Valdivia de llevar una vida inmoral. Fue sometido a juicio por este y otros cargos y se vio obligado a abandonar su relación y a traer a su mujer de España. Tras una dolorosa ruptura, Inés Suárez casaría con Rodrigo de Quiroga, uno de los mejores capitanes de Valdivia que llegaría a ser gobernador de Chile. ... (ver texto completo)
Zunchado está el baluarte o soportales que ceden al tiempo su ruina, ya no tiene comerciantes que albergar sirviendo de plaza de abastos a sus habitantes gloriosos de otro tiempo, el tiempo también derrota la piedra y merma las clases sociales de otros tiempos que fueron de pura gloria.
Una torre albarrana es una torre que forma parte de un recinto fortificado con el que está comunicada, aunque generalmente exenta de la muralla1​ y conectada a esta mediante un pequeño arco o puente, que pudiera ser destruido fácilmente en caso de que la torre cayese en manos del enemigo. Puede ir también adosada como gran baluarte pero en este caso es de mayor tamaño que las demás. Según la RAE, albarrana proviene de la palabra albarrán, y esta a su vez del ár. hisp. al-barrāna ('la de fuera').2​

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