Rocío Sánchez Rodríguez
13/12/2020
Desde que empezó el caos en los hospitales están en primera línea de batalla. Y ahí siguen. Viendo a diario el daño que provoca el virus. Los sanitarios no dudan de la existencia del covid-19 ni de sus consecuencias para la salud porque han de pelear contra ellas sin tregua.
Tras meses y meses de pandemia, a su favor juegan la experiencia, poder acceder a equipos de protección (llegaron a tener que cubrirse con bolsas de plástico) y el horizonte esperanzador de la vacuna. En su contra, la falta de personal, el agotamiento físico y emocional, la saturación del sistema sanitario (sobre todo de la Atención Primaria) y ahora se le suma la flexibilización de las medidas restrictivas con el llamado Plan de Navidad.
Política y responsabilidad
Por un lado consideran que las decisiones políticas deberían haber sido más duras, con menos puertas abiertas; por otro, ruegan responsabilidad ciudadana para que se cumplan las recomendaciones.
En lo que coinciden sin titubeos es en el temor a que las próximas fiestas deriven en una tercera ola de covid-19. Lo cierto es que prácticamente dan por hecho que así va a suceder.
En Extremadura la primera ola se cebó con la provincia de Cáceres y el hospital San Pedro de Alcántara experimentó los peores escenarios. En la segunda, el coronavirus ha convertido a Badajoz en el epicentro de la enfermedad. «Nos da pena porque ahora que parece que estamos un poco mejor, vamos a ir para atrás otra vez», resume Victoria Barroso Martínez, enfermera de la UCI en el hospital Universitario de la capital pacense.
Hasta la fecha la región suma 32.188 infectados de covid, 1.011 muertos y 3.297 ingresos, 293 de ellos en las Unidades de Cuidados Intensivos. Significa que el 10% de los afectados por el virus ha terminado en el hospital y, de ellos, casi el 9% ha acabado en la UCI. Los datos también dicen que el 3,1% de los que se han contagiado han fallecido.
«A veces la sensación es que esto no se va a acabar nunca», expresa Barroso.
Ella y otros dos compañeros extremeños de profesión ponen voz a lo que muchos sanitarios sienten y piensan. Los tres lanzan un mensaje común: «Prudencia. Vida solo hay una, Navidades, muchas».
«Vamos a estropearlo por una cena y unas cañas de Navidad»
VERÓNICA CORREA GIL | Enfermera de Urgencias en Cáceres
Dice que en el hospital están «todos encogidos». «No me gusta alarmar, pero sabemos qué va a ocurrir». Verónica Correa Gil es enfermera de Urgencias en el San Pedro de Alcántara de Cáceres. En la primera ola vio muy de cerca la peor cara del covid, en esta segunda han estado más calmados, «pero es que ya tenemos asumido que viene la tercera».
¿Es imposible evitarla? «Se han suspendido todas las fiestas de todos los pueblos, ¿por qué no la Navidad? ¿Por qué es más importante? Yo soy de Torrejoncillo y este año no ha habido La Encamisá y nos ha dolido en el alma», expresa.
Esta sanitaria subraya que las medidas restrictivas de cara a las próximas fechas deberían haber sido más duras: «Todo se hace desde un punto de vista comercial, esa es la pena. Entiendo que las grandes y pequeñas empresas tienen que vender, pero es que ya hemos perdido el año y al final, después de todo el esfuerzo, lo vamos a estropear».
«Yo no voy a cenar con mi familia en Navidad -prosigue-, vamos a estar separados y es muy triste. Pero es que me da mucho miedo que se junten los de aquí con los que vienen de fuera».
«Por cuatro días, por una cena o unas cañas de Navidad, se va a estropear», insiste.
Aún así, se muestra optimista y cree que ya caminamos hacia el final del túnel, aunque al mismo tiempo reconoce que el personal sanitario está agotado física y emocionalmente y que no podría aguantar otra oleada.
«Nos han abierto un poco las puertas y ya depende de cada uno de nosotros», concluye.
«Hasta que no nos toca, no lo vemos»
VICTORIA BARROSO MARTÍNEZ | Enfermera de la UCI en Badajoz
Una de sus pacientes, de 60 años, salió este verano de la UCI tras la infección por coronavirus; es ahora, meses después, cuando está empezando a caminar de nuevo. Pone este ejemplo para recordar que la enfermedad sigue ahí, que ha matado a más de un millar de extremeños, y que además las secuelas que deja son muy graves. «Y cada vez ingresa gente más joven. Antes eran como mis abuelos, ahora son como mis padres. Pero incluso hay pacientes con menos edad que yo y sin ninguna patología previa». Quien se expresa es Victoria Barroso Martínez, 29 años, de Montijo y enfermera en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Universitario de Badajoz. Entró en este servicio en enero y desde entonces su experiencia profesional está ligada a la pandemia.
«Es duro para nosotros porque tienes miedo a contagiarte, pero es aún peor para las familias. Se les informa una vez al día y a veces nos retrasamos porque estamos saturados y no podemos coger el teléfono. Hay momentos de caos y angustia».
Al igual que sus compañeros de batalla está convencida de que después de las Navidades habrá un importante repunte; en el hospital ya se preparan. «Veo actitudes de la gente y leo mensajes con los que me llevo las manos a la cabeza. Después hay quien te dice que no se va a contagiar porque no hace nada raro... pero es que estar en un bar con la mascarilla quitada hablando con otra persona ya es una situación de riesgo», se lamenta.
«Yo también salgo a tomar algo con mi novio -añade- o con alguna amiga, no se trata de estar recluidos, y estoy de acuerdo en que hay que ayudar a los negocios, pero no respetamos las recomendaciones, algunos viven relajados con las medidas. Parece que necesitamos que nos prohíban las cosas».
Ante el temor de una tercera ola, Barroso publicó un vídeo en redes sociales para intentar crear conciencia: «Hasta que no nos toca, no lo vemos».
«Deberían ver cómo están los pacientes en UCI: boca abajo, entubados... Antes de ingresar en esta unidad les explicamos que los vamos a dormir para ayudarles a respirar. Ves el miedo en sus ojos, te preguntan si se van a despertar... muchos de ellos no lo hacen. Mueren solos».
Esta sanitaria expresa: «Navidades hay muchas, pero vida solo una».
«No estamos ni física ni emocionalmente para otra»
MIGUEL RODRÍGUEZ GODOY | Enfermero de Urgencias en Badajoz
Ha visto llegar a muchos pacientes con covid a Urgencias. «Y lo peor, sin duda, es que se te mueran allí, solos, sin su familia, agarrados a tu mano y sin verte ni siquiera la cara porque vamos tapados con la mascarilla y el traje de protección».
«Nosotros somos la puerta de entrada al hospital y muchas veces tienes que discutir con los acompañantes porque se tienen que quedar fuera para evitar una contaminación cruzada; hay quienes no lo entienden. Y encima es que muchas veces, al rato, hay que salir a decirle a ese familiar que el paciente que llegó vivo se ha muerto, y no se han podido despedir». Es el relato de lo que ha vivido estos meses. El testimonio pertenece a Miguel Rodríguez Godoy, 28 años, de Talarrubias y enfermero de Urgencias del hospital Universitario de Badajoz. Empezó a trabajar justo el 14 de marzo, cuando se decretó el Estado de Alarma. «Para nosotros la segunda ola ha sido mucho peor, además, fue cuando empezamos a notar que la gente por miedo no había venido a Urgencias por sus dolencias comunes y cuando ya lo hacían el estado de su patología estaba muy avanzado».
¿El Plan de Navidad? «No estamos como para aumentar el número de personas en las reuniones. Ojalá me equivoque, pero vamos a tener un repunte», expresa. «La verdad es que física y emocionalmente no nos sentimos preparados para una tercera ola», añade.
«Yo también quiero cenar con toda mi familia y ver a mi sobrino, pero ya vendrán tiempos en que podamos hacer lo mismo que antes. Sé que no es fácil, pero hay que adaptarse».
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