Ya huele a
Navidad. ¿Os acordáis cuando en la
feria de septiembre se compraba un cachino de turrón duro y se guardaba para celebrar la Nochebuena? Hoy he recordado el Nacimiento. Al Belén en
Torrequemada se le llamó siempre el Nacimiento. El cura nos daba a los muchachos una sera -era una especie de cajoncito de madera- para llenarla del musgo de los canchales. Luego él se subía a una mesa junto al
altar, como si fuese un gato, extendía el musgo y colocaba las figuras. No dejaba a nadie meter baza.
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