![Echando un vaso y pinchando](/fotos_reducidas/1/9/8/00341198.jpg)
Hola JC,
¿qué tal? Hoy te dedico este texto de la crónica verde que he leido en el periódico, me acordé de alguien que conozco que le gusta este mundillo.
Antes, te deseo a tí también unas muy felices fiesta en compañia de la familia y un buen año 2011 lleno de salud, que lo demás viene después, si hay salud se puede con todo, sino uno se mete en cama y nada lo vence: ni el amor, ni el trabajo, ni el dinero ni la paz.
Un beso muy fuerte.
*Ah, un pequeño comentario primo, la paz creo que debe reinar todo el año, no solo en Navidad, al menos eso pienso yo. No sirve de nada pelear todo el año, o que halla guerras todo el año, que llegue las Navidades, suelten armas y se abracen y besen, y al día siguiente a seguir de nuevo con la guerra y las peleas. Yo, es... lo que pienso. No sé si piensas igual que yo.
-Cazadores de estrellas-
Debo confesaros un pecado imperdonable. Llevo toda la vida dedicado al estudio de la flora y la fauna, de la geología, del mar, del arte (que también es un milagro de la naturaleza, pues somos parte de ella), del paisaje en su más amplia acepción, y me había olvidado de lo más importante. Me había olvidado del firmamento. Hasta hace unos meses miraba al cielo y sólo veía puntos de luz en la noche.
Un reciente viaje iniciático por el Atlántico, navegando a vela bajo un firmamento sin luna cuajado de estrellas, me abrió los ojos y desde entonces vivo entusiasmado tratando de introducirme en tan apasionante mundo. ¿Cómo podía estar tan ciego?
Algo parecido le pasó a Gustavo Muller, a quien conocí hace una semana durante la celebración en Fuerteventura de unas interesantísimas Jornadas de Astronomía. Un día asistió a unas conferencias de astronomía semejantes y acabó abducido. Hace cuatro años no distinguía la estrella polar y hoy es uno de los más importantes caza asteroides aficionados del mundo. Carpintero de profesión, se ha construido en madera un observatorio en la azotea de su casa, en el pequeño pueblo lanzaroteño de Nazaret, cúpula incluida.
Con un telescopio comprado por Internet, una cámara de fotos y un ordenador ha logrado descubrir 65 objetos cósmicos hasta la fecha desconocidos, que la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, ha incluido en el catálogo mundial. Incluso se ha permitido el lujo de poner a dos de ellos los nombres de sus hijos, Mauricio y Alessio.
Yo no aspiro a tanto. Para mí es suficiente mirar al cielo y admirar Las Pléyades, sorprender la salida de Sirus o hacer un guiño a Aldebarán. O salir estos días con los niños bien abrigados para ver juntos la lluvia de estrellas Gemínidas. Las mismas que admiraron los neandertales hace 250.000 años y que verán nuestros descendientes… si para entonces hemos logrado poner fin a la contaminación lumínica.
**César Javier Palacios**
¿qué tal? Hoy te dedico este texto de la crónica verde que he leido en el periódico, me acordé de alguien que conozco que le gusta este mundillo.
Antes, te deseo a tí también unas muy felices fiesta en compañia de la familia y un buen año 2011 lleno de salud, que lo demás viene después, si hay salud se puede con todo, sino uno se mete en cama y nada lo vence: ni el amor, ni el trabajo, ni el dinero ni la paz.
Un beso muy fuerte.
*Ah, un pequeño comentario primo, la paz creo que debe reinar todo el año, no solo en Navidad, al menos eso pienso yo. No sirve de nada pelear todo el año, o que halla guerras todo el año, que llegue las Navidades, suelten armas y se abracen y besen, y al día siguiente a seguir de nuevo con la guerra y las peleas. Yo, es... lo que pienso. No sé si piensas igual que yo.
-Cazadores de estrellas-
Debo confesaros un pecado imperdonable. Llevo toda la vida dedicado al estudio de la flora y la fauna, de la geología, del mar, del arte (que también es un milagro de la naturaleza, pues somos parte de ella), del paisaje en su más amplia acepción, y me había olvidado de lo más importante. Me había olvidado del firmamento. Hasta hace unos meses miraba al cielo y sólo veía puntos de luz en la noche.
Un reciente viaje iniciático por el Atlántico, navegando a vela bajo un firmamento sin luna cuajado de estrellas, me abrió los ojos y desde entonces vivo entusiasmado tratando de introducirme en tan apasionante mundo. ¿Cómo podía estar tan ciego?
Algo parecido le pasó a Gustavo Muller, a quien conocí hace una semana durante la celebración en Fuerteventura de unas interesantísimas Jornadas de Astronomía. Un día asistió a unas conferencias de astronomía semejantes y acabó abducido. Hace cuatro años no distinguía la estrella polar y hoy es uno de los más importantes caza asteroides aficionados del mundo. Carpintero de profesión, se ha construido en madera un observatorio en la azotea de su casa, en el pequeño pueblo lanzaroteño de Nazaret, cúpula incluida.
Con un telescopio comprado por Internet, una cámara de fotos y un ordenador ha logrado descubrir 65 objetos cósmicos hasta la fecha desconocidos, que la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, ha incluido en el catálogo mundial. Incluso se ha permitido el lujo de poner a dos de ellos los nombres de sus hijos, Mauricio y Alessio.
Yo no aspiro a tanto. Para mí es suficiente mirar al cielo y admirar Las Pléyades, sorprender la salida de Sirus o hacer un guiño a Aldebarán. O salir estos días con los niños bien abrigados para ver juntos la lluvia de estrellas Gemínidas. Las mismas que admiraron los neandertales hace 250.000 años y que verán nuestros descendientes… si para entonces hemos logrado poner fin a la contaminación lumínica.
**César Javier Palacios**