TALAVERUELA: Bellísimo escrito JACK, y efectivamente, "real como...

leído hoy en el periódico (como la vida misma):

EL TIEMPO NO ESPERA A NADIE
Cómo pasa el tiempo... El mundo se mueve a una velocidad increíblemente rápida para mis ojos, viejos y cansados. Hacía tiempo que mis hijos salieron por la puerta de la casa en la que se criaron, un pequeño apartamento de 80 m2 y con vistas a la capital, Madrid.

Puede que esté mayor para esa sociedad, ya no es nueo que me ofrezcan el asiento en los autobuses, ni que me cedan el paso en las colas del supermercado.

Hace muchos años pude ver el tranvía recorrer las calles de Madrid. El conductor de la linea 2 se hacia llamar Augusto y tengo muy buenos recuerdos de él, como el de las señoras que se sentaban y me ofrecían algún caramelo traído directamente desde Zaragoza.

Por aquellos tiempos, el metro eran unas pocas lineas que a duras penas llegaban al centro de mi barrio. Solo los videos en blanco y negro nos pueden decir cómo eran.

Eran viejos tiempos. Ahora mi sobrino me intenta ayudar a aprender a usar una máquina llmada Internet. Es algo que me dejó fascinado y a la vez me produjo terror, no sé comó explicarlo, pero hay cosas que es mejor dejárselas al aire.

El tranvía desapareció para dar paso a miles de autobuses y taxis. El metro es ahora enorme! Llega a zonas en las que antes tardábamos horas en llegar y ahora estas en 20 minutos. Lo único que aún no he lleado a entender es por qué después de tantos años de trabajao en la fábrica no tengo dinero para comprar un abono que me pueda llevar por mi ciudad.

Mi pensión no da para más. No tengo dinero. No puedo salir y disfrutar de un domingo en el Rastro. Estoy como Grecia. Mi dolor de espalda hace que tenga que ir acompañado de alguna persona, porque a mis 89 años no soy el joven que podía correr por caminos infinitos.

La vida ya me ha dado todo cuanto podía darme, y yo a ella, a pesar de la situación en la que vivimos.

Solo puedo hacer una cosa que me hace sentir feliz: sentarme en la mecedora domde mi padre me contaba los cuentos, iluminado por los rayos de sol que calientan mi blanca piel, sentir el viento entre mis dedos y cerrar los ojos, para nunca más volverlos a abrir.

Bellísimo escrito JACK, y efectivamente, "real como la vida misma".
Un abrazo JAK, VICTORIA, ÑIRRE y saludos a todos/as.