HABLEMOS DE NAVIDAD
Cualquier fecha es buena para hablar de Navidad, da lo mismo que sea Febrero, Abril, y que las uvas estén a punto de madurar.
Aquella no fue una Navidad como otras tantas con que la vida me ha ido obsequiándo, unas alegres, otras con tristeza, no obstante me voy a referir a la
que precedió a " Nuestra guerra entre hermanos " pues aquello de "liberación "ya suena atípico.
Mamá disponía la mesa, había colocado un mantel blanco de hilo que había sido regalo de mi tia-abuela Teresa, y que sólo sacaba en estas ocasiones.
Después sacó la cubertería mejor, pues como en casi todas las casas hay otra de batalla y más habiendo chicos pequeños, después fueron las copas de licor y las de champagne, que mi madre limpiaba una y otra vez con aquellas blancas y finísimas manos que siempre le caracterizaron.
En un rincón del comedor teníamos otra pequeña mesita, en ella estaban los turrones, los polvorones y los alfajores …que ya de antemano primorosamente había colocado.
También alguna botella de sidra, algo de licor (poco) ya que en casa no siendo papá nadie bebía, a mamá no le gustaba, y los demás éramos todos pequeños, bueno pequeños, algunos no llegábamos ni a la mesa.
Recuerdo con gran ilusión aquellas Navidades de mi infancia, el ruido de los tapones de la sidra que siempre caían en la cabeza de alguno, y la botella de anís escarchado, que solía hacer conjeturas, pensando, por donde habrían metido todo aquel ramaje y que tanto la adornaba.
-Mamá daba viajes constantemente a la cocina para que no se le quemara el guiso, y cada vez que abría la puerta, llegaba un olor, que siendo igual que en otras ocasiones, en esta Noche era más peculiar. Todos los hermanos estábamos en derredor de la mesa sentados esperando que llegara papá. Los mayores con una cara de cansancio tremendo, el día había sido muy agitado, decían que todo el vecindario les habían llenado las panderetas de aguinaldos. Entonces solían dar castañas, nueces, y toda clase de frutos secos - claro que para que eso ocurriera tenían que cantar -no importaba si bien o mal, la cosa es que se notara, ¡Qué era Navidad! Los pequeños, una y otra vez repetíamos los villancicos que habíamos aprendido días antes en el colegio, pues de esa manera disimulábamos la gana de empezar con las viandas en la espera que llegara papá, y que ya empezaba a tardar
Mamá venía algunas veces de la cocina, cogía la botella del anís y un cuchillo, y con el granulado del cristal, raspando, nos acompañaba en las canciones, haciendo un ruido peculiar, que en unión del pandero y la zambomba, caracterizaban las Pascuas de mi infancia.
- A mamá le notaba que no estaba alegre, si cantaba, o si tocaba aquel " artilugio es porque sabía que hace rato teníamos que haber empezado a cenar, también que tenía que haber llegado ya papá, y tenía que hacer lo que fuese, pues la fiesta no podía decaer.
¡Con la ilusión que lo había preparado todo!
Por los pisos superiores, ya hacia tiempo que se habían callado las panderetas, y por el tiempo transcurrido, yo pensaba, que ya estarían con los mazapanes y los turrones.
- Poco más recuerdo de aquella Navidad de mi infancia, si acaso los taponazos del champán en casa de los vecinos, quizá el ruido de las " modistas " que iban a la misa del Gallo. Los pequeños nos debimos quedar dormidos recostados en la mesa, y los mayores nunca pregunté si se acostaron sin cenar. ¡Menuda Nochebuena! El día de Navidad también fue muy triste en casa, estaba prohibido hablar de la noche anterior.
Mamá, desde luego con los pequeños lo disimulaba muy bien.
¿De donde saldría la sonrisa de mi madre?
- A los mayores les oí preguntar: ¿Vino muy tarde papá? Sí vino muy tarde …
¿Y que pasó? Que llego un poco alegre …
En mis pocos años ya pensaba tristemente, y analizaba, que no había sido justo, que él se hubiese llevado toda la alegría de la noche., y que los demás nos hubiéramos ido a la cama sin probar un alfajor.
Mi madre ya cuando nos levantamos había retirado todas las cosas de la mesa, seguramente con la misma delicadeza que las puso.
Que culpa tenían las copas y los platos.
¡Yo conocía bien a mi madre! Sabía cómo actuaba, bien lo pude comprobar cuando la vida se nos puso triste.
Recuerdo, que lo que no retiró, fue lo que había sobre la mesita pequeña. Me figuro que pensaría - por si viene alguien -
Poco a poco, sobre todo los pequeños, cada vez que pasábamos por allí, cogíamos algo, peladillas, polvorones, el turrón.
_ Mamá hacía como que no lo veía, creo que pensaba … que ya nada tenía importancia
Papá, no me acuerdo, si pasó el día dormido, o salió temprano.
Lo que si recuerdo, es que estuvo varios días como avergonzado
-Ya hace SETENTAY CINCO AÑOS que todos se lo hemos perdonado, y aunque a veces pienso, que no fue justo que se llevase toda la alegría de la noche, tengo que decir que fue para nuestra desgracia " Su última Nochebuena un poco alegre "
- Cayó, como caían las hojas, aquel Noviembre de 1936, y cuando eran más inciertas que nunca las próximas Navidades.
- A mi madre en aquellos momentos la veía más serena que nunca. Apiñándonos como aquella noche en derredor de la mesa, y diciendo en voz en grito: ¡Lo que sea de uno será de todos!
……………. …………………………………………………………………
Es verdad que vinieron muchas más Navidades, y grandes y pequeños que nos iban sucediendo, tocaron zambombas y panderetas
La madre de todos siguió en pie - como un árbol - adornando las Pascuas, con su sonrisa que no perdió nunca.
- Algunas veces, recordando aquellas fechas, solía decirle: HABLAMOS DE NAVIDAD - Sí, decíamos a dúo - es lo mismo que estemos en Febrero, en Abril, o que las uvas estén a punto de madurar. ¿Qué pasó aquella Nochebuena, madre?
Nada …Que vino un poco … ¿Y nada más? Nada más… a, sí, que al otro día fue Navidad ………
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Manuel Gonzalez Alvarez
CON MI AFECTO EN ESTOS DIAS PARA TODOS
Cualquier fecha es buena para hablar de Navidad, da lo mismo que sea Febrero, Abril, y que las uvas estén a punto de madurar.
Aquella no fue una Navidad como otras tantas con que la vida me ha ido obsequiándo, unas alegres, otras con tristeza, no obstante me voy a referir a la
que precedió a " Nuestra guerra entre hermanos " pues aquello de "liberación "ya suena atípico.
Mamá disponía la mesa, había colocado un mantel blanco de hilo que había sido regalo de mi tia-abuela Teresa, y que sólo sacaba en estas ocasiones.
Después sacó la cubertería mejor, pues como en casi todas las casas hay otra de batalla y más habiendo chicos pequeños, después fueron las copas de licor y las de champagne, que mi madre limpiaba una y otra vez con aquellas blancas y finísimas manos que siempre le caracterizaron.
En un rincón del comedor teníamos otra pequeña mesita, en ella estaban los turrones, los polvorones y los alfajores …que ya de antemano primorosamente había colocado.
También alguna botella de sidra, algo de licor (poco) ya que en casa no siendo papá nadie bebía, a mamá no le gustaba, y los demás éramos todos pequeños, bueno pequeños, algunos no llegábamos ni a la mesa.
Recuerdo con gran ilusión aquellas Navidades de mi infancia, el ruido de los tapones de la sidra que siempre caían en la cabeza de alguno, y la botella de anís escarchado, que solía hacer conjeturas, pensando, por donde habrían metido todo aquel ramaje y que tanto la adornaba.
-Mamá daba viajes constantemente a la cocina para que no se le quemara el guiso, y cada vez que abría la puerta, llegaba un olor, que siendo igual que en otras ocasiones, en esta Noche era más peculiar. Todos los hermanos estábamos en derredor de la mesa sentados esperando que llegara papá. Los mayores con una cara de cansancio tremendo, el día había sido muy agitado, decían que todo el vecindario les habían llenado las panderetas de aguinaldos. Entonces solían dar castañas, nueces, y toda clase de frutos secos - claro que para que eso ocurriera tenían que cantar -no importaba si bien o mal, la cosa es que se notara, ¡Qué era Navidad! Los pequeños, una y otra vez repetíamos los villancicos que habíamos aprendido días antes en el colegio, pues de esa manera disimulábamos la gana de empezar con las viandas en la espera que llegara papá, y que ya empezaba a tardar
Mamá venía algunas veces de la cocina, cogía la botella del anís y un cuchillo, y con el granulado del cristal, raspando, nos acompañaba en las canciones, haciendo un ruido peculiar, que en unión del pandero y la zambomba, caracterizaban las Pascuas de mi infancia.
- A mamá le notaba que no estaba alegre, si cantaba, o si tocaba aquel " artilugio es porque sabía que hace rato teníamos que haber empezado a cenar, también que tenía que haber llegado ya papá, y tenía que hacer lo que fuese, pues la fiesta no podía decaer.
¡Con la ilusión que lo había preparado todo!
Por los pisos superiores, ya hacia tiempo que se habían callado las panderetas, y por el tiempo transcurrido, yo pensaba, que ya estarían con los mazapanes y los turrones.
- Poco más recuerdo de aquella Navidad de mi infancia, si acaso los taponazos del champán en casa de los vecinos, quizá el ruido de las " modistas " que iban a la misa del Gallo. Los pequeños nos debimos quedar dormidos recostados en la mesa, y los mayores nunca pregunté si se acostaron sin cenar. ¡Menuda Nochebuena! El día de Navidad también fue muy triste en casa, estaba prohibido hablar de la noche anterior.
Mamá, desde luego con los pequeños lo disimulaba muy bien.
¿De donde saldría la sonrisa de mi madre?
- A los mayores les oí preguntar: ¿Vino muy tarde papá? Sí vino muy tarde …
¿Y que pasó? Que llego un poco alegre …
En mis pocos años ya pensaba tristemente, y analizaba, que no había sido justo, que él se hubiese llevado toda la alegría de la noche., y que los demás nos hubiéramos ido a la cama sin probar un alfajor.
Mi madre ya cuando nos levantamos había retirado todas las cosas de la mesa, seguramente con la misma delicadeza que las puso.
Que culpa tenían las copas y los platos.
¡Yo conocía bien a mi madre! Sabía cómo actuaba, bien lo pude comprobar cuando la vida se nos puso triste.
Recuerdo, que lo que no retiró, fue lo que había sobre la mesita pequeña. Me figuro que pensaría - por si viene alguien -
Poco a poco, sobre todo los pequeños, cada vez que pasábamos por allí, cogíamos algo, peladillas, polvorones, el turrón.
_ Mamá hacía como que no lo veía, creo que pensaba … que ya nada tenía importancia
Papá, no me acuerdo, si pasó el día dormido, o salió temprano.
Lo que si recuerdo, es que estuvo varios días como avergonzado
-Ya hace SETENTAY CINCO AÑOS que todos se lo hemos perdonado, y aunque a veces pienso, que no fue justo que se llevase toda la alegría de la noche, tengo que decir que fue para nuestra desgracia " Su última Nochebuena un poco alegre "
- Cayó, como caían las hojas, aquel Noviembre de 1936, y cuando eran más inciertas que nunca las próximas Navidades.
- A mi madre en aquellos momentos la veía más serena que nunca. Apiñándonos como aquella noche en derredor de la mesa, y diciendo en voz en grito: ¡Lo que sea de uno será de todos!
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Es verdad que vinieron muchas más Navidades, y grandes y pequeños que nos iban sucediendo, tocaron zambombas y panderetas
La madre de todos siguió en pie - como un árbol - adornando las Pascuas, con su sonrisa que no perdió nunca.
- Algunas veces, recordando aquellas fechas, solía decirle: HABLAMOS DE NAVIDAD - Sí, decíamos a dúo - es lo mismo que estemos en Febrero, en Abril, o que las uvas estén a punto de madurar. ¿Qué pasó aquella Nochebuena, madre?
Nada …Que vino un poco … ¿Y nada más? Nada más… a, sí, que al otro día fue Navidad ………
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Manuel Gonzalez Alvarez
CON MI AFECTO EN ESTOS DIAS PARA TODOS