TALAVERUELA: RECUERDOS DE MI NIÑEZ EN TALAVERUELA DE LA VERA....

RECUERDOS DE MI NIÑEZ EN TALAVERUELA DE LA VERA.

Recuerdo de mí abuela, sus cabellos blancos y su peineta,
su cara y sus manos frías, cubos de hojalata, alpargatas, vestimentas negras,
el mandil quemado por las chispas de una lumbre demasiado inquieta.

Del abuelo, el reloj de bolsillo, la garrota, los gatos jugando con el sombrero,
su camisa blanca, pantalón de pana, su cigarrillo y al cuello un pañuelo,
el librito, el vino, la petaca, prendiendo la mecha con la cuerda, amarilla, del mechero.

Recuerdos de mi madre, a las brasas del brasero, al calor de su maltrecho cuerpo,
la mirada perdida en mis ojos, el dolor, el olor de su pecho,
caricias de manos cansadas, y yo, envuelto, en el manto del llanto y del silencio.

De mi padre, por su ausencia, apenas tengo unos vagos recuerdos,
una fotografía en bicicleta, anda por caminos empedraos, polvorientos y eternos,
destrozando con un pico sus manos, con la pala la tierra, poniendo barrenos.

De mis dos hermanas, mis recuerdos son como mariposas en el cielo,
¿No sé porqué? pero no sé donde están sus humildes miradas,
todos los años llegan y pasan las cigüeñas pero nunca me dicen nada.

De mis tíos que decir, arado, zacho, burros, azadas,
olivos, cabras, jocino, següreja, guadaña,
sangre, sudor, labranza, carretera y mantas.

Para mis tías dejo los cántaros de barro, las flores y las plantas,
el orégano, el tomillo, la salvia,
claveles y rosas al cielo, romero y escarcha.

De mis primos los reencuentros,
era cuando se reunía la familia,
en los buenos y malos momentos.

De mis amigos tengo mis mejores recuerdos,
pasamos la infancia entre risas, escuelas y juegos,
entre zarzas, canchales y enebros, entre lágrimas y besos.
Entre pedradas y piqueras, entre naranjos y cerezos.
Entre árboles, nidos y pájaros, entre tierras, ganado y estiércol.
Entre las lluvias y el sol, entre la luna, las estrellas y el viento.

Y de mi tierra qué decir......

Pues que fueron muy pocos los años que pasé en ella,
qué nunca ví a la cigüeña anidar en la torre de la iglesia aquella,
a los seres humanos pasar tantas calamidades y tantas miserias,
por culpa, por culpa, de aquella maldita e innecesaria guerra.

Tampoco ví comer a mis paisanos,
lagartos, pájaros, conejos, ranas o culebras,
mondajas con verdolagas cocidas, peces,
¡Mendrugos de pan con aceite quién pudiera!

Oí cantares, poesías, música, chascarrillos en TALAVERUELA,
me acuerdo mucho de dos, pero la memoria me ciega,
mi abuelo me los contó allá por los sesenta.

Sabadillo por la tarde,
por tu puerta me paseo,
ya te ví de venir,
con gran acompañamiento,
venías con dos muchachas,
de tú iguala y de tú tempo.

Estrellita sea muerto,
y la van a enterrar,
el infame de su padre,
fumando iba detrás.

(Gracias abuelo. ¡Cuanto te extraño ¡Me las sabía enteritas las dos pero....)

Hoy he llegado hasta aquí, estoy en el CAMPOSANTO,
de rodillas, frente a dos lápidas de piedra,
al lado de los anchos prados verdes,
cierro los ojos, escucho y siento,
qué ahí muy adentro, en esas sepulturas,
hay algo más qué TIERRA, POLVO Y HUESOS,

HAY PASEOS, RISAS, CARICIAS, ABRAZOS Y BESOS.
Y UN ARCOIRIS DE ESTRELLAS, ARRIBA EN LOS CIELOS.

Os quiero abuelos.

ZACHO Septiembre 2.007