Yo era la que soñaba con partir, pero siempre me quedaba. Soñaba con casas que no tubieran goteras, ni humo, ni corrientes de aire, con suelos de baldosines, no con suelo de barro y boñigas de vaca. Cuando llegué a mi mayoría de edad (que entonces era a los 21 años) pude hacer realidad mi sueño, pero el cambio me decepcionó, la gran ciudad no me gustó.
Muy bonito tu relato Manuel.
Un abrazo
Muy bonito tu relato Manuel.
Un abrazo