La malla de color negro que separa el corazón de la Plaza Mayor de los soportales está llena de agujeros. Son pequeñas aberturas que han hecho los propios vecinos y turistas. A ellos se asoman cada día decenas de personas, incapaces de reprimir su curiosidad. La escena se repite y tiene protagonistas de todo tipo. Pocos se resisten. Desde esos boquetes se ve la obra de la ciudadela en primer término. Por ejemplo, ayer a media mañana, tres máquinas pesadas en acción y una veintena de trabajadores ... (ver texto completo)
OK, OK, Amigo düve.... Buena información