dulcinea con lo que me gustaba ir al
baile, y si no me dejaban que cabreo, lo pasabamos bomba y con poco, porque era un
salon sin mas, esas
ventanas que daban a la
calle y desde alli mirabamos a ver quien venia, con sus bancos de madera, y las
bodas menudos
bailes se hacian alli, la chata se ponia en la
puerta y costaba tres pesetas entrar.