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TORRE DE SANTA MARIA: LA LETRA CON SANGRE ENTRA....

LA LETRA CON SANGRE ENTRA.

Puesto que la función del maestro se basa en el principio de autoridad, en la escuela los castigos estaban a la orden del día y, según quien los aplicara, podían ser en verdad crueles y humillantes para el alumno. Cualquier falta o incumplimiento de la norma, por leve que fuera, era merecedora de una reprimenda o un penalización. Los castigos más habituales eran colocar al alumno en un rincón, de cara a la pared, con pesadas pilas de libros en las manos y orejas de burro; los palmetazos, los coscorrones y algún que otro bofetón o la archifamosa “colleja”. Era también costumbre hacer que el alumno copiara quinientas o mil veces una frase relacionada con el delito, como “No hablaré en clase” o “No contestaré a mi maestro”.

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Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Teresa todavia recuerdo la dichosa palmeta, cuando poniamos las manos y si la retirabamos doble sesión.