LA LETRA CON SANGRE ENTRA.
Puesto que la función del maestro se basa en el principio de autoridad, en la escuela los castigos estaban a la orden del día y, según quien los aplicara, podían ser en verdad crueles y humillantes para el alumno. Cualquier falta o incumplimiento de la norma, por leve que fuera, era merecedora de una reprimenda o un penalización. Los castigos más habituales eran colocar al alumno en un rincón, de cara a la pared, con pesadas pilas de libros en las manos y orejas de burro; los palmetazos, los coscorrones y algún que otro bofetón o la archifamosa “colleja”. Era también costumbre hacer que el alumno copiara quinientas o mil veces una frase relacionada con el delito, como “No hablaré en clase” o “No contestaré a mi maestro”.
http://sites. google. com/a/lamerceonline. com/parapa/la-escuela-de-anta% C3%B1o
Puesto que la función del maestro se basa en el principio de autoridad, en la escuela los castigos estaban a la orden del día y, según quien los aplicara, podían ser en verdad crueles y humillantes para el alumno. Cualquier falta o incumplimiento de la norma, por leve que fuera, era merecedora de una reprimenda o un penalización. Los castigos más habituales eran colocar al alumno en un rincón, de cara a la pared, con pesadas pilas de libros en las manos y orejas de burro; los palmetazos, los coscorrones y algún que otro bofetón o la archifamosa “colleja”. Era también costumbre hacer que el alumno copiara quinientas o mil veces una frase relacionada con el delito, como “No hablaré en clase” o “No contestaré a mi maestro”.
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Teresa todavia recuerdo la dichosa palmeta, cuando poniamos las manos y si la retirabamos doble sesión.
Hola tambien recordareis algunas cuando la abuala de Ichi y Paca la de Catalina, la llamabamos tia Francisca cuando era el tiempo de pelar las mimbres de recompensa nos daban las tijeretas que eran el recorte de los quesos frescos por cierto estaban riquisimas, despues con las cascara de la mimbre haciamos unas trenzas gordas y para columpiarse en algun huerto.