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TORRE DE SANTA MARIA: Añoranza, lo de lo chicles debía ser algo habitual,...

En un aula parecida a esta pasé mis mejores años en la escuela. Yo no utilicé los tinteros y las plumas, ya teníamos lápices y bolígrafos, ni teníamos estufa, había un brasero para la maestra, que a veces teníamos que ir nosotras a por él a su casa. La limpieza la hacíamos nosotras, barriamos, fregábamos y limpiábamos el polvo. Después fue cambiando el mobiliario, conocí las mesas individuales para cada alumno muy parecidas a las que tienen hoy, las pizarras, los mapas, las esferas. Las niñas usábamos babis de color azul oscuro. Me encantaban jugar en el recreo, a la goma, al corro, al escondite, al truqui. Después de la escuela, por la tarde, tomábamos la merendilla y a jugar hasta las luces encedidas, que en invierno era prontísimo.

Teresa, yo también recuerdo todo lo que has contado, aunque en distinto pueblo, todo era igual, el día que nos pusieron mesas nuevas, que ilusión. Nosotras también hacíamos la limpieza de la escuela, lo del brasero igualitamente, los juegos lo mismo. En la época de los membrillos íbamos en pandilla a coger uno, y que buenos estaban. A Doña Paula no le gustaba nada que mascáramos chicle, muchos castigos eran por ello. Y cuando llego la moda de los bolsos hechos de bolsas de basura, se hacían tiras y se mojaban, quedaban bien chulos. Buenas noches para todos.

Añoranza, lo de lo chicles debía ser algo habitual, me han puesto de rodillas alguna vez por masticarlo en clase.