Los «quintos» y la tradición extremeña
Todos los años es dable presenciar la estampa --tradicional,
alegre, colorista, movida y bulliciosa-- de la incorporación de los
reclutas a filas. Ahora se lleva a cabo en varios llamamientos.
El tema del pase de la mocedad española desde sus hogares
al glorioso Ejército para nutrir sus efectivos y servir a la Patria
--iqué bello es servir a la Patria!-- no puede ser más simpático,
típico y castizo. Por ello ha sido tratado por tantas plumas ilustres
y también ha merecido la atención de maestros del pincel y
músicos en sus prodigiosas obras artísticas.
En la tierra parda, concretamente en Arroyomolinos de Montánchez,
cerca del llamado «Balcón de Extremadura», la talla de
los «quintos» suele estar precedida de una noche de jolgorio en la
que la alegría de los mozos y acompañantes, sus músicas y canciones
rompen con estridencia los silencios nocturnos habituales
en la localidad.
Los «quintos» del reemplazo anual, que ya en las divertidas
fiestas de Carnestolenda corrieron los gallos, a lomos de cabalgaduras
enjaezadas a la antigua usanza, con aderezos y mantas
bordadas exprofeso para la ocasión, organizan una buena juerga
en la que no falta ni la tradicional comilona, ni los añejos y famosos
vinos de la tierra, algunos con más de veinte años de solera,
reservados y guardados celosamente para la ocasión, amén
del sabroso jamón serrano, que goza de celebridad en muchas
leguas a la redonda, de los fritos y pestiños y licores escanciados
en abundancia que llenan los corazones de alegría, hasta el momento,
serio y solemne, de la talla del mozo, después de haber
comido en la calle los churros y bebido el aguardiente de alambique
de la pitarra doméstica.
Todos los años es dable presenciar la estampa --tradicional,
alegre, colorista, movida y bulliciosa-- de la incorporación de los
reclutas a filas. Ahora se lleva a cabo en varios llamamientos.
El tema del pase de la mocedad española desde sus hogares
al glorioso Ejército para nutrir sus efectivos y servir a la Patria
--iqué bello es servir a la Patria!-- no puede ser más simpático,
típico y castizo. Por ello ha sido tratado por tantas plumas ilustres
y también ha merecido la atención de maestros del pincel y
músicos en sus prodigiosas obras artísticas.
En la tierra parda, concretamente en Arroyomolinos de Montánchez,
cerca del llamado «Balcón de Extremadura», la talla de
los «quintos» suele estar precedida de una noche de jolgorio en la
que la alegría de los mozos y acompañantes, sus músicas y canciones
rompen con estridencia los silencios nocturnos habituales
en la localidad.
Los «quintos» del reemplazo anual, que ya en las divertidas
fiestas de Carnestolenda corrieron los gallos, a lomos de cabalgaduras
enjaezadas a la antigua usanza, con aderezos y mantas
bordadas exprofeso para la ocasión, organizan una buena juerga
en la que no falta ni la tradicional comilona, ni los añejos y famosos
vinos de la tierra, algunos con más de veinte años de solera,
reservados y guardados celosamente para la ocasión, amén
del sabroso jamón serrano, que goza de celebridad en muchas
leguas a la redonda, de los fritos y pestiños y licores escanciados
en abundancia que llenan los corazones de alegría, hasta el momento,
serio y solemne, de la talla del mozo, después de haber
comido en la calle los churros y bebido el aguardiente de alambique
de la pitarra doméstica.