En efecto, doy fe de ello. Esta guapa y generosa mujer, por circunstancias de la vida, tuvo que cuidar de mí cuando era un bebé. No creo que se lo haya agradecido ni reconocido tanto como debiera. Pero ahora, desde aquí, la recuerdo todos los días, pido por ella, y noto su presencia en mi vida y en la de sus hijas (¡menudas dos perlas que nos dejó!). Saludos, torregueños,
amigos...