Por una vez ha de hacerse justicia. Con el tiempo se recordará la final de Wembley del 28 de mayo como el partido en el que jamás debió participar el
Barcelona. ¿Y por qué? Porque sus jugadores, esos que algunos nos han querido vender como ejemplo del
juego limpio y del saber hacer las cosas sobre un terreno de juego, no se lo merecen. Porque en el
deporte, más importante que ser mejor que los demás, lo es el ser honesto con tus compañeros de profesión, y ciertos jugadores del Barcelona se han cachondeado
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