No eres extremeño si no utilizas 'bicho' y 'cacharro' como sinónimo de cualquier objeto.
Si no utilizas, por supuesto, los diminutivos terminados en ino: chiquinino, guapino, gatino…
Si no has llevado a alguien de fuera de Extremadura a cazar gamusinos. Y todavía algunos se preguntan que que clase de mamíferos son.
No eres extremeño si no sabes lo que es la 'manteca colorá', la 'cachuela' la 'patatera' o en qué consiste una 'pitera'.
No eres extremeño, si no te suena más familiar la pronunciación 'Badahó' que Badajoz; si no dices alguna vez 'acho' o 'chacho'; si no llamas 'calzonas' a los pantolones cortos o si no has soltado alguna vez un: «Olé tus huevos».
No eres extremeño si no entiendes cuando tu abuela dice: «Velahile» y 'Velahí». O si cuando ves a alguien caerse no exclamas: «Cacho 'ostia' que ha metío el bicho».
No eres extremeño si no te has parado a pensar que la 's' de Cáceres sobra, o si no te han confundido con un andaluz cuando has viajado fuera de la región. Está claro que el habla nos define. No eres extremeño si no has utilizado o has oído algunavez expresiones como 'arrecío', 'arrejuntarse', 'arrepío', 'caer' algo en vez de tirarlo; 'quedar' por dejar o 'entrar' por meter.
No eres extremeño si no has dicho 'añurgarse' en lugar de atragantarse; si no sabes lo que es «ser un modorro perdío»; si no has jugado a los 'bolindres' en vez de a las canicas o si no has utilizado nunca la unidad de medida «mijina».
No eres extremeño si no te has pegado una 'tupa' de algo; si alguna vez no te ha dicho tu abuela: « ¡Métete los jarapales por dentro que vas hecho un farraguas!»; o un "adifesio", sei 'dejas' las llaves en casa y no las 'quedas'; si dices «he soñado» en vez de «me he soñado» o si nunca has hecho una matanza al grito de « ¡Uñas al guarro!».
Si no utilizas, por supuesto, los diminutivos terminados en ino: chiquinino, guapino, gatino…
Si no has llevado a alguien de fuera de Extremadura a cazar gamusinos. Y todavía algunos se preguntan que que clase de mamíferos son.
No eres extremeño si no sabes lo que es la 'manteca colorá', la 'cachuela' la 'patatera' o en qué consiste una 'pitera'.
No eres extremeño, si no te suena más familiar la pronunciación 'Badahó' que Badajoz; si no dices alguna vez 'acho' o 'chacho'; si no llamas 'calzonas' a los pantolones cortos o si no has soltado alguna vez un: «Olé tus huevos».
No eres extremeño si no entiendes cuando tu abuela dice: «Velahile» y 'Velahí». O si cuando ves a alguien caerse no exclamas: «Cacho 'ostia' que ha metío el bicho».
No eres extremeño si no te has parado a pensar que la 's' de Cáceres sobra, o si no te han confundido con un andaluz cuando has viajado fuera de la región. Está claro que el habla nos define. No eres extremeño si no has utilizado o has oído algunavez expresiones como 'arrecío', 'arrejuntarse', 'arrepío', 'caer' algo en vez de tirarlo; 'quedar' por dejar o 'entrar' por meter.
No eres extremeño si no has dicho 'añurgarse' en lugar de atragantarse; si no sabes lo que es «ser un modorro perdío»; si no has jugado a los 'bolindres' en vez de a las canicas o si no has utilizado nunca la unidad de medida «mijina».
No eres extremeño si no te has pegado una 'tupa' de algo; si alguna vez no te ha dicho tu abuela: « ¡Métete los jarapales por dentro que vas hecho un farraguas!»; o un "adifesio", sei 'dejas' las llaves en casa y no las 'quedas'; si dices «he soñado» en vez de «me he soñado» o si nunca has hecho una matanza al grito de « ¡Uñas al guarro!».