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TORRE DE SANTA MARIA: La fiesta de los Tableros tiene lugar el 21 de septiembre,...

La fiesta de los Tableros tiene lugar el 21 de septiembre, día de San Mateo, Patrón de Torre de Santa María. Es la fiesta con más tradición de este pueblo. En un principio fue una fiesta pagana, con reminiscencias de las danzas celtas y árabes, para pasar a ser semirreligiosa tal y como han evolucionado en otras poblaciones como Tablas en Albalá, Tableros de Valdefuentes y Tablas de San Blas en Montánchez: Se comienza nombrando a las tableras el día de San Juan. Tradicionalmente las elegía la Iglesia y su número era de seis en adelante; las dos primeras eran las madrinas de San Mateo y las demás tableras acompañantes de las madrinas. En la actualidad ya no las nombra la Iglesia sino que se prestan voluntarias entre ellas para ejercer este «cargo». Lo normal es que sean jóvenes solteras aunque, a falta de ellas, ha habido años en que han sido casadas o niñas de entre diez y doce años. Todas ellas son madrinas y tableras de San Mateo y antiguamente las madrinas eran las que confeccionaban todos los tableros. Ahora cada joven, soltera o casada, se ocupa del suyo. Las madrinas llevan los refajos bordados, mantón de Manila o pañuelos, mandil negro y una rodilla en la cabeza hecha de cintas. Una vez elegidas las tableras, cada una ha de buscar su danzador y contar además con los guías del baile, tambor y flauta, que son los que van a dar el tono, sentido y dirección a las danzas del «Chicurrichi», comenzando a ensayar con casi de un mes de antelación. 12​

Era costumbre que las tableras pidieran un donativo en especies en todas las casas del pueblo para realizar los tableros. Antiguamente los torregueños contribuían con trigo, avena, huevos o cualquier otro producto que hubiera en casa pero esta contribución es últimamente económica. Aproximadamente dos días antes de las fiestas comienzan a prepararse los tableros. Todas las características y condiciones que deben cumplirse están bien definidas por la tradición:
El elemento fundamental es la tabla, cuya medida es de, aproximadamente 1,50 m de largo por 0,50 m de ancho y era la misma que se utilizaba para llevar el pan a cocer al horno.
Otro elemento importante es la mesa donde se elaboran las viandas y se lleva a la plaza del pueblo. Es una mesa tocinera pequeña de las que había hasta no hace mucho en casi todas las casas. Las medidas suele ser de 0,50x0,60x0,60 m pero, al ser de fabricación artesanal, no hay medidas estándar.
Sobre la mesa va una carpeta tejida en vivos colores y sobre esta se asienta el tablero. Encima de esta va un peinador con ricas y bellas puntillas de ganchillo o malla y con bordados calados tal y como se llevaban antiguamente en los ajuares.
Sucesivamente se colocan encima del peinador seis panes redondos, u ocho emparejados. Sobre dichos panes se prenden tres arcos de mimbre que se adornaran con flores de tela plástico o material similar.
A los arcos se les unen varas trasversales de mimbre con las cuales queda formada el armazón. Estas varas irán recubiertas de ramas de aralia verde salvaje recogida en los alrededores.
A continuación se colocan los dulces, que suelen ser flores fritas, roscas de lustre y roscones cocidos al horno para colgar de arcos y varas y, en la parte central apoyada sobre el tablero, se suele colocar brazos de gitano, queso de almendras, repelaos, empanadas rellenas con bizcocho, etc.
Queda colocar las banderas, que son de papel y de tela. Las banderas de papel están hechas de «papel de seda» picado y colocadas sobre un palo de gamonitos. Cada tablero lleva al menos dos banderas de papel en cada pan. Las dos banderas bordadas en tela y van colocadas en los panes de delante. Una lleva el nombre de la tablera y la otra alude al año y al Santo Patrón San Mateo; esta suele llevar una foto de san Mateo, además de bordados, borlones y flecaduras.
Los tableros se preparan en un local del que saldrán según el orden establecido de antemano y ya en la calle se colocan en la cabeza de la tablera correspondiente. Así comienza el desfile de tableros con sus danzadores, andando al ritmo que marca el tambor y la flauta con el tradicional e inconfundible chicurrichi.
Una vez en la plaza a la orden del guía se colocan en las mesas previamente dispuestas y comienza el baile del «chicurrichi», en el que solo participan los danzadores, el pandero y la flauta.
Una vez terminado el baile se da paso a la subasta de los tableros. Cuando se subasta un tablero la mitad de los danzadores van a llevarlo a la casa de la persona que se quedó con él, mientras tanto se subasta el segundo y así sucesivamente.
El dinero que se recauda es para La Iglesia, para que el sacerdote lo destine a aquellas necesidades más apremiantes.
Días después, el sacerdote tiene la obligación de invitar a una buena comida a madrinas y danzadores para darle las gracias por haber hecho posible que la fiesta se haya celebrado un año más. 13​
foto por Amparo.