Tía Isidra, de cuerpo pequeño pero de un corazón enorme. Cúanto la apreciaban D. Benito y Dª Isabel.-
En mi
casa, era nuestra abuela. Con su toquilla y su pañuelo a la cabeza; le encantaba las resolanas.
Recuerdo el día de su falleciemiento, el día de mi
Santo.-