Trujillo ha sido un importante enclave en la
historia de
Extremadura y de América; más de dos milenios de historia se contemplan desde este cerro milenario. Ha sido, sobre todo, crisol de muchas culturas; fue en la
antigüedad lugar obligado de paso entre la Meseta Occidental y las cuencas del Guadiana y Guadalquivir. Los misteriosos Ligures fueron sus moradores más antiguos, ellos legaron un único recuerdo, el hidrónimo Magasca; posteriormente existieron los Cempsi, autores de unas arcanas estelas sepulcrales; ya en la Edad del Hierro, llegaron los vettones,
pueblo de estirpe celta que colaboró con Viriato en su lucha contra los
romanos, y de la forma en que denominaron a este cerro, Turaca, parte el topónimo Trujillo, tras las influencias fonéticas de romanos, Turgalium, musulmanes, Taryala, o del
Medievo, Truxiello. Trujillo alcanzó su máximo esplendor durante los siglos XV y XVI; entonces se convirtió en cuna de conquistadores y artistas.
HISTORIA. Es pobl. de grande antigüedad, fort. de la
España romana, encabezada por la colonia Norbense (V. Norba). Se apellidó Julia de donde Castra Julia, como se lee en Plinio entre las c. lusitanas. Hay quien ha hablado de la edad romana de esta pobl. con tanta ignorancia de las cosas de aquel tiempo, que dice haber sido colonia de la Lusitania tributaria de la de Norba. No asoma en la historia hasta la dominación de los árabes, quienes la tuvieron en grande estima. En 1184 se apoderó de ella el rey de Castilla D. Alonso VIII, mas vencido luego y rechazado su avance, no pudo conservarla y quedó en poder de aquellos. En 1233 la ganaron el ob. de Plasencia y las órdenes
militares obrando de consuno. En 1428 D. Juan II la dio con Alcaraz y otras pobl. de menor importancia a la infanta Doña Catalina, esposa de D. Enrique de
Aragón, en cambio de Villena. Este infante despojado en el año siguiente de los demás
pueblos de su estado, se retiró a esta c. para correr desde ella las tierras reales. El infante D. Pedro acudió a la misma, y ambos hermanos se esmeraron en fortificarla, para lo que destruyeron sus arrabales: de ella salieron a apoderarse por sorpresa de Alburquerque. El rey acudió ejecutivamente con D. Alvaro contra estos sucesos la c. de Trujillo vino pronto a su poder: la fort. se mantuvo algún tiempo por oficio del bachiller Garci Sánchez de Quincoces, que teniendo gran parte en su defensa, se opuso obstinadamente a la entrega aun después de avenirse a ella el alcaide. D. Alvaro obvió de un modo notable este inconveniente: logró que Quincoces consintiese tener una entrevista con él, y habiéndose juntado solos al efecto en la áspera cuesta del cast., desahuciado de vencer su resistencia se asió a él, y haciéndolo rodar consigo por la vertiente del terreno, facilitó que cien hombres de armas apostados cerca se asegurasen de su persona, con lo que se rindió la fort. (1429). D. Juan II dio privilegio de c. á Trujillo en 1431. D. Enrique IV determinó entregarla a D. Alonso de Zúñiga, conde de Plasencia, remunerando los servicios que le habia prestado este; pero el vecindario noticioso de este intento, y puesto de acuerdo con Gracian Sessé, alcaide del cast., resolvió contrarrestarlo y defender con las armas en caso de necesidad, la libertad que les dejaron sus antepasados. El rey en vista de esta oposición desistió del proyecto, y dio en cambio al conde la v. de Arévalo con título y armas de duque (1469). En esta c. concedió perdón al maestre de Alcántara por haber seguido la voz del infante D. Alonso, y dio a Gutierre de
Cáceres y Solís la c. de Coria: recibió cartas de su hermana la princesa Doña Isabel, en que le participaba su casamiento con el infante de Aragón D. Fernando, y se dirigió a
Segovia. En 1474 intentó el maestre Do Juan Pacheco apoderarse de esta c. acompañando al rey, que vino a ella a concertar las
bodas de la infanta Doña Juana con el rey de
Portugal: el vecindario se conformó con esto, que fue pronto la voluntad de D. Enrique: el maestre habia
ganado la nobleza y el pueblo no se opuso: solo el alcaide del cast., el mencionado Gracian Sessé, se opuso a entregarlo mientras no le gratificasen lo que habia gastado en él. El rey se retiró a
Madrid gravemente enfermo: el maestre, algo repuesto de una enfermedad, que también le asaltara, volvió a tratar de reducir al Sessé; mas murió sin haberlo conseguido, lo que se ocultó al alcaide mientras seguían las contestaciones, y por fin entregó este la fort. recibiendo el l. de
San Félix, en
Galicia, por juro de heredad, y donde murió más tarde apedreado por el vecindario. En 1475 fue traída á esta c. la infanta Doña Juana para casarla con el rey de Portugal, que el marqués de Villena excogitó contraponer a las fuerzas de Aragón. Esta c. fue mantenida obstinadamente por aquel marqués contra los reyes Católicos. Estos le prometieron perdonarle y restituirle todo su estado, si le entregaba con el alcázar de Madrid, que también conservaba por su cuenta (1476). Se intimó al alcaide Pedro de Baeza que rindiese el cast., y probó aquel alcaide su valor y constancia, negándose a hacerlo mientras no se entregasen al marqués (O. Diego López Pacheco, hijo del maestre a quien lo habia otorgado Enrique IV) las villas de su estado de Villena. Este marqués, por complacer a la reina pasó a entregar personalmente el alcázar, y lo hizo tan precipitadamente, que ni se ocupó de las condiciones que debían garantizar la persona del Baeza; por lo que sentido este, se despidió del de Villena y de su servicio (1477). Al año siguiente estuvieron en esta c. los reyes Fernando e Isabel, que habia recibido su fort. de manos de Villena en 24 de julio del anterior. En los últimos dias de su vida estuvo también en ella D. Fernando, y salió para morir en Madrigalejo á 23 de enero de 1516. En las guerras que posteriormente se siguieron con Portugal, no dejó de sufrir esta pobl., siendo un especial apoyo de las fuerzas castellanas; mas nada ofreció que merezca mencionarse por notable en la historia general del pais, ni en la guerra de la Independencia contra la invasión francesa de 1808, aunque en ella tuvieron una guarnición los franceses, habiendo reparado sus fortificaciones. En la guerra civil, seguida a la muerte de Fernando VII, fue invadida esta c. en 30 de octubre de 1836 por la expedición carlista al mando de Gómez que continuó para Cáceres.
El
escudo de armas de esta c. ostenta la imagen de la
Virgen con el niño Dios en los brazos, colocada entre muros y dos
torres en conmemoración de lo que con fe sencilla se la vio intervenir en su conquista contra los agarenos. Es patria de Francisco Pizarro, hijo de Gonzalo, conquistador del
Perú, y de Diego García de Paredes, llamado el Sansón extremeño por sus hazañas en Nápoles.
Entre sus hombres célebres cuenta a San Hermógenes y San Donato, mártires; Francisco Pizarro, conquistador del Perú; los Sotomayor, distinguidos en la conquista de Flandes; el capitán Mendo, en la de
Chile; Diego Albarado, en Nueva-España; Diego García de Paredes, en la de
Italia; el cardenal Cervantes Gaete, privado de Pio V; Fr. Diego de Chaves, confesor de Felipe II; D. Juan Pizarro, presidente del Consejo de las Ordenes, escritor de los varones ilustres del Nuevo Mundo; D. Luis Francisco Calderón, Felipe de Meneses, Juan Solano, Juan Pizarro de Aragón, Gaspar de Meló, Francisco Díaz de Bargas, Francisco Carrasco del Saz, Diego de Barba, todos escritores; y D. Francisco de Godoy con sus bravos compañeros los célebres Padilla Pizarro, los Contreras y Loaisas, que sobresalieron en tiempo de Felipe V en el
arte de lidiar y otros ejercicios de hombres esforzados.
* Diccionario Geográfico - Estadístico - Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Pascual Madoz. Madrid, 1845.