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TRUJILLO: Arturo Ureña, el director de la Casa de la Misericordia...

Arturo Ureña, el director de la Casa de la Misericordia de Alcuéscar. - EL PERIÓDICO

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Alberto Manzano Cortés
07/12/2020

Arturo Ureña Suárez atiende tras la verja. Es lo que toca con esto de la pandemia. Aunque dentro sigue la vida que comenzó en 1939 cuando Leocadio Galán Barrena, sacerdote nacido en Calamonte, auspició el Instituto Religioso Esclavos de María y de los Pobres, la conocida Casa de la Misericordia de Alcuéscar.

Seguramente que sea esta la primera vez en la historia que esta institución religiosa se ve obligada a candar las visitas. A las puertas, con su sotana y su amabilidad habitual, nos recibe el director. Hay cipreses, el patio lleno de geranios, las ardillas que recorren troncos de madera a velocidad de crucero, y mucha paz.

Se necesita, sin duda, para dar cariño a sus 65 residentes, personas que tienen problemas psíquicos, gentes sin hogar, sin recursos económicos, ancianos...

Los acogidos no han podido ver a sus familiares, más allá de las videollamadas. «Tenemos el acceso cerrado y de esta manera evitamos que pueda entrar nadie. Los residentes se están portando muy bien dentro de lo que cabe, teniendo en cuenta que llevan así los pobres desde marzo», explica Ureña.
Las navidades se presentan tranquilas, bastante distintas a la algarabía que por estas fechas animaba el centro. «No las vamos a poder celebrar y festejar como nos gustaría, con toda esa alegría que siempre ha caracterizado nuestro hogar... Las visitas, la gente que viene a cantar, a participar en la eucaristía con ellos, los teatros...»

Pero no pierden el entusiasmo los 12 padres que conforman la comunidad. Disponen además de un psicólogo, una terapeuta, y por cada turno hay tres cuidadores.
Los usuarios continúan con sus actividades habituales: carpetas, mimbres, taller de lavandería o de jabón.

Con los especialistas desarrollan terapia de grupo y actualmente se encuentran preparando adornos para las fiestas.

«Gracias a Dios no hemos tenido ningún caso de coronavirus», dice aliviado el director de la casa, que debido a la pandemia ha visto reducidas las donaciones. «Se nota un montón porque vivimos de la providencia y de las personas que venían a misa y daban su donativo. Eso se ha acabado. Nos vemos un poco apurados en esa parte, aunque la gente está respondiendo genial, como algunas cofradías y parroquias de Cáceres; las asociaciones están realizando recogida de víveres o de productos de limpieza y el Banco de Alimentos de Cáceres nos está ayudando muchísimo». Termina la charla y Ureña deja la verja detrás de la que continúa el milagro de la misericordia.