
La vida tradicional de nuestros abuelos giraba entorno a los trabajos agricolas y ganaderos. La maquina aventadora hizo su aparición en nuestro pueblo a principios de los años 30 y liberó a nuestros antepasados de la labor tediosa de madrugar para aprobechar la brisa del amanecer o la de la última hora de la tarde para separar el grano de la paja a fuerza de darde al biendro miles de veces cara al viento, para terminar cribando el monton de cereales antes de meterlo en los costales. Como cesara el viento y no se terminara la labor en el día tenia que dormir alguien en la era para cuidar la cosecha. A veces, por esta circustancia dormian en las eras del regajo la mitad del pueblo durante los meses de julio, agosto y septiembre entre trillar y limpiar los cereales.