Continúo con mi comentario anterior. Recuerdo que había un naranjo (¿o dos?) y unas excelentes higueras de cuellodama mientras en la parte superior (el Local) unas hermosísimas acacias flanqueban el yunque de herrar de tio Manolo Baena. Recuerdo que de. Marino, para impresionarnos, nos contaba que los Emperadores romanos torturaban a los cristianos disparándoles con unos tiradores (de éso sí entendíamos) tan enormes que las horcas eran de grandes como los troncos de las acacias. ¡Qué tiempos! Un saludo. José Mª Zabala.