¡Aún recuerdo los partidos en la "praera" del cementerio al salir de la escuela!Lázaro, Félix "Guindilla", Cecilio, Isidoro, Luis y tantos otros que nos dejábamos los zapatos regateando incluso al mismísimo roble que hacía las veces de defensa o delantero dependiendo de la portería. Era para nosostros mejor que el Bernabeu. Las grandes polémicas no surgían de los fuera de juego, que ni siquiera sabíamos que era eso, sino si la pelota había ido por arriba o no de un inexistente larguero (¡Poner un portero más alto!, era el argumento de los atacantes)El final siempre era el mismo: pelota que se perdía en el matón y nadie, salvo el dueño, quería ir a buscarla. Un saludo a todos. José María Zabala.