No sé si Vds recuerdan o si acaso han oido hablar de ello, apareció por nuestros Pueblos después de la posguerra un hombre de mediana estatura y más bién delado con acento Gallego y el oficio de AFILADOR.
Con un armazón de forma rectangular de madera y de tipo artesanal que alojaba unas muelas abrasivas, iba recorriendo Pueblo tras Pueblos para ganarse el sustento que no fué demasiado exigente en aquellos tiempos.
Por caminos encharcados en el invierno y polvorientos en verano, y sujetando con sus brazos el peso de aquella rustica máquina, avanzaba metro tras metro o kilómetro tras kílómetro para salvar las distancias que separaban unos Pueblos de otros.
Cuando llegaba a cada Pueblo, iba recorriendo calle tras calle haciendo sonar un silbato que manejaba con sus propios labios de un sonido caracteritico que nos anunciaba su presencia.
Las mujeres a la escucha del mismo, salian a las puertas de sus casas cargadas con los cuchillos, navajas, tijeras y otros utensilios de corte de los por entonces utilizados. No faltaban tampoco los hombres que igualmente se acercaban con las hoces u guadañas que se utilizaban en la siega y para el corte de la hierba que daban nuestros prados para la alimentación del ganado durante todo el año.
Esta rústica máquina de la que hemos hablado de su forma, llevaba adeás una gran rueda de radis de madera a la que en situación de trabajo se le adosaba en su llanta una correa de cuero para la transmisión del movimiento al resto del conjunto. Ejerciendo un presion con el pié sobre un pedal de madera, y con un enlace de mecanismo biela-manivela se ponian en movimiento todas aquellas muelas abrasivas que realizaban un perfecto afilado.
Era un hombre que llegó a ser conocido por todos puesto no faltaba un solo año en que dejara de visitarnos; y un humilde trabajador que encontró de esta forma la manera más honrrosa de ganarse la vida.
Han pasado ya demasiados años para poder asegurar pueda encontrarse ya entre nosotros; por ello quiero rendir este pequeño recuerdo y admiración como uno más de tantos que vivieron tal vez solos por carecer de una familia o por otras circunstancias. Fueron muchos, tal vez demasiados quienes padecieron de una manera vu otra, las dificultades de sobrevivir en una España pobre y diezmada después de una guerra tan larga. Mi deseo sólo es uno: que no se repita.
jacintoP. SALUDOS.
Con un armazón de forma rectangular de madera y de tipo artesanal que alojaba unas muelas abrasivas, iba recorriendo Pueblo tras Pueblos para ganarse el sustento que no fué demasiado exigente en aquellos tiempos.
Por caminos encharcados en el invierno y polvorientos en verano, y sujetando con sus brazos el peso de aquella rustica máquina, avanzaba metro tras metro o kilómetro tras kílómetro para salvar las distancias que separaban unos Pueblos de otros.
Cuando llegaba a cada Pueblo, iba recorriendo calle tras calle haciendo sonar un silbato que manejaba con sus propios labios de un sonido caracteritico que nos anunciaba su presencia.
Las mujeres a la escucha del mismo, salian a las puertas de sus casas cargadas con los cuchillos, navajas, tijeras y otros utensilios de corte de los por entonces utilizados. No faltaban tampoco los hombres que igualmente se acercaban con las hoces u guadañas que se utilizaban en la siega y para el corte de la hierba que daban nuestros prados para la alimentación del ganado durante todo el año.
Esta rústica máquina de la que hemos hablado de su forma, llevaba adeás una gran rueda de radis de madera a la que en situación de trabajo se le adosaba en su llanta una correa de cuero para la transmisión del movimiento al resto del conjunto. Ejerciendo un presion con el pié sobre un pedal de madera, y con un enlace de mecanismo biela-manivela se ponian en movimiento todas aquellas muelas abrasivas que realizaban un perfecto afilado.
Era un hombre que llegó a ser conocido por todos puesto no faltaba un solo año en que dejara de visitarnos; y un humilde trabajador que encontró de esta forma la manera más honrrosa de ganarse la vida.
Han pasado ya demasiados años para poder asegurar pueda encontrarse ya entre nosotros; por ello quiero rendir este pequeño recuerdo y admiración como uno más de tantos que vivieron tal vez solos por carecer de una familia o por otras circunstancias. Fueron muchos, tal vez demasiados quienes padecieron de una manera vu otra, las dificultades de sobrevivir en una España pobre y diezmada después de una guerra tan larga. Mi deseo sólo es uno: que no se repita.
jacintoP. SALUDOS.