Sin par, simpático, singular y solemne Sr. Simonerre, seguro que su sugestiva o sui-generi socarronería, siempre será con sincera sonrisa de un señor sintomático, con suerte y sin señal de superchería.
Sin ser suntuoso, y si con sensibilidad a supuestos secretos, sea un serio y sencillo súper-señor, superando a sutiles y superficiales sujetos.
Más vale un “tomas” que dos “te daré”. “Aquí hay tomate”. D.………………de la tomatera y de la tomatancia, por tantos y tiernos tomates que tengan los tallos de tus tempranas tomateras, toma un tamiz de tamaño tremendo y tamiza con ternura, tacto y tesón tus temas toscos y tediosos, sin timidez a trabas, tropiezos, tapujos, ni tapaderas.
Prominente Sr. “ere que erre”, prodiguese o pronunciese por partes, participando con premuras placenteras, para promover primorosas primicias de plácidas, pacificas y prudentes promesas, sin más platónicas pamplonicas, ni pamplinas pejigueras.
En fin, Sr. Forista, siga sermoneando “erre que erre”, con su sensata, sólida y sencilla sabiduría, susodicho suscribiente, su seguro servidor y siervo en el Señor, seguirá solicito con el sentir de su sana y soberana sorna y no sosería
“Erre que erre”, saludos cordiales con humor al Sr. “Simonerre” y demás “achiperres”. Bienvenido y bienaventurado. Así sea.
Sin ser suntuoso, y si con sensibilidad a supuestos secretos, sea un serio y sencillo súper-señor, superando a sutiles y superficiales sujetos.
Más vale un “tomas” que dos “te daré”. “Aquí hay tomate”. D.………………de la tomatera y de la tomatancia, por tantos y tiernos tomates que tengan los tallos de tus tempranas tomateras, toma un tamiz de tamaño tremendo y tamiza con ternura, tacto y tesón tus temas toscos y tediosos, sin timidez a trabas, tropiezos, tapujos, ni tapaderas.
Prominente Sr. “ere que erre”, prodiguese o pronunciese por partes, participando con premuras placenteras, para promover primorosas primicias de plácidas, pacificas y prudentes promesas, sin más platónicas pamplonicas, ni pamplinas pejigueras.
En fin, Sr. Forista, siga sermoneando “erre que erre”, con su sensata, sólida y sencilla sabiduría, susodicho suscribiente, su seguro servidor y siervo en el Señor, seguirá solicito con el sentir de su sana y soberana sorna y no sosería
“Erre que erre”, saludos cordiales con humor al Sr. “Simonerre” y demás “achiperres”. Bienvenido y bienaventurado. Así sea.