Justo a la derecha de esta
foto pasé horas y horas junto a un banco jugando. Por aquel entonces era un niño bastante pequeño que hacía compañía, aunque reconozco que no por voluntad propia, a su madre y a su abuelo (Feliciano el Barbero). Por ello guardo especial cariño a esta
cruz tan simbólica del
pueblo.
Mando un especial saludo a todos aquellos que pasaron las tarde en los bancos de esta rotonda.
Daniel Caso Palomino.