En tiempos de un pasado reciente, en la playa de la Concha de San Sebastián, se organizaban campeonatos de fútbol de playa, como también de forma espontánea, allí se forjaron excelentes porteros y otros jugadores que adquirieron determinadas habilidades por la singularidad del terreno.
Paralelamente en Ares sucedía algo similar sin llegar a aquella relevancia.
Quien no recuerda aquellos partidos que aprovechando la baja mar, se organizaban durante jornada interminable durante primavera y verano hasta llegado el anochecer los contendientes subían al muro del muelle que hay delante del casino en donde por grupos de diferente edad se organizaban coloquios de mucho carajo, ahí se hablaba de todo, de todo lo que permitía el mariscal.
Además no interesaba otra cosa pues desde la ignorancia el mundo discurría feliz
Eso sin saber lo que pensaban nuestros mayores que bastante hacían con callar pues no había otro remedio.
Paralelamente en Ares sucedía algo similar sin llegar a aquella relevancia.
Quien no recuerda aquellos partidos que aprovechando la baja mar, se organizaban durante jornada interminable durante primavera y verano hasta llegado el anochecer los contendientes subían al muro del muelle que hay delante del casino en donde por grupos de diferente edad se organizaban coloquios de mucho carajo, ahí se hablaba de todo, de todo lo que permitía el mariscal.
Además no interesaba otra cosa pues desde la ignorancia el mundo discurría feliz
Eso sin saber lo que pensaban nuestros mayores que bastante hacían con callar pues no había otro remedio.