ARES: Tengo presente la imagen concreta, encontrándome jugando...

Tengo presente la imagen concreta, encontrándome jugando una partida al fútbol con la pandilla del rueiro,  frente la tienda de la Naranxa,  una de las porterías la formaba el àrbol al cual cuando venia el camión de la leña y que no tenía volquete utilizaba para amarrar las cuerdas que sujetaba la carga y al dar marcha hacia alante produciendo un estruendo la tiraba al suelo, en donde era recogida para trocearla y luego ser vendida para alimentar tanta cocina de leña para entonces que era lo más normal, y la otra portería una piedra y en ella la ropa sobrante pues tocaba a sudar, en esto se ve pasar a don Angel que junto a Chancho el sacristán se dirigían a administrar la extremaución a algún moribundo, nosotros nos paramos al ver pasar el viático en señal de respeto, estábamos enseñados en eso, formaba parte de nuestra cultura, esta imagen era habitual cómo agregado  del paisaje urbano, aunque es cierto por lógica no sucediera todos los días
Lo normal que el lecho final de la gente fuera el de su casa, en donde se velaba el muerto y a ese velatorio acudían los vecinos y también los profesionales del asunto que se inflaban de café y de alguna que otra copa, luego de oír decir, pobre del sempre vai diante a mellor xente, tocaba hablar de difunto y de anécdotas puntuales, luego el profesional de turno comenzaba con los cuentos que a algunos hacían reír.. en una de estas veces sucedió que uno de los presentes de risa estridente contagió a los demás no pudiendo la viuda evitarlo y así romper el protocolo que aquella escena exigía pues fue víctima de su carcajada, dicen que el muerto se levantó pidiendo el orinal para luego volver a acostarse.
Entonces desde niño la muerte se vivía como algo normal, hoy parece que se oculta o pasa como un ser o no ser tratar de que pase desapercibida en un impersonal tanatorio y eso nos hace más vulnerables o al menos así lo creo.