ARES: Una lareira de granito pulido, un soporte de tres pies...

Una lareira de granito pulido, un soporte de tres pies sobre la misma y la lumbre que daba la leña y un trozo de papel que se usaba cómo acelerante, y a soplar y como desahogo al humo que se producía, la ventana mirando al cielo  que daba paso a una chimenea por donde a la vez se recogían los sonidos de la madre naturaleza y las voces que venían de afuera, era algo así como si fuera una atalaya pero no de lo visual sino de lo que percibía el oído, tanto era así que sabias cuando un barco se acercaba por que la chimenea lo delataba, al fin si vives en Ares siempre tienes cerca el mar... la mar.
La leña que alimentaba la lareira en donde cocinar, se compraba en la casa de la Naranxa en donde cada poco tiempo descargaba un camión de forma rudimentaria pues no llevaba volquete, era mítico el ruido que producía al descargar, se plegaban las laderas y el soporte de atrás y la estensión de las cuerdas que se amarran a un árbol previamente la cuerda abrazando al cargamento de madera y el chófer que en primera hacia avanzar el camión y el mítico estruendo que se producía al desprender la carga que luego tocaba trocear a golpe de un enorme machado movido por un bregado cortador de troncos de madera
Dejaba la acción un olor característico de origen vegetal de esos que para siempre te queda señalado en la memoria y a poco que lo percibas te devuelve a la niñez
Esa leña que alimentaba el fuego de la cocina y que el breve humo que producía llegaba hasta el alimento dándole un característico y agradable sabor incapaz de lograrlo con  ningún  condimento estimulando así más si cabe el apetito.
Cada tiempo que ahora no podría precisar un desollinador venia a limpiar la acumulación de ollin adherido a las paredes de la chimenea que formando capas lograban un considerable grosor.