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A las tardes después de tanto tiempo pasado no recuerdo desde y hasta que hora, don José nos impartía clases particulares fuera del horario lectivo en el mismo aula que en la Alianza Aresana ejercía como profesor de primaria en su primer año del ciclo que en definitiva eran tres
Ponía voluntad ante un alumnado variopinto que compartía estudio con las labores del campo no siendo en todos los casos así
El nivel estaba por encima de los límites aceptables si tomamos como referencia la formación básica actual.
En invierno se nos hacía denoche y cuando había temporal eran frecuentes los apagones, momento en que un animoso grupo de niños con cierto grado de liderazgo aprovechaban para armar las de dios y venga a verlo, el suelo al ser de madera servía de tambor y los niños aprobechaban para patear el suelo de modo que aquello parecía el concierto que cada año por Semana Santa se celebra en Calanda teniendo en cuenta que algunos calzaban zuecos de madera.
Don José aguardaba estoicamente hasta que se encendiera la luz y cuando así sucedía algún irreverente se acercaba al machete para desactivar la corriente y que continuara la fiesta
A mi en particular me era imposible mantener la risa y en un renuncio de estes el profesor me sorprendió poniéndome de rodillas y con los brazos en cruz, cierto es que el profesor tenia mano izquierda y sabía reconducir las situaciones, jamás perdía los nervios motivo por que le teníamos respeto pese a puntuales irreverencias
Un día varios gamberros le llenaron el aula de pájaros y aparentemente ni se inmutó, eso sí comparecieron al día siguiente los padres de esos alumnos y en presencia del resto del alumnado allí presente procedieron a repartir obleas en romanpaladí ostias, que me pusieron los pelos de punta y el primer sorprendido fue el profesor que seguramente no esperaba esa reacción de los padres
Eso sí, a partir de aquel entonces tan buenos fueron los niños que quedaron al borde de la canonización.
A mi me sirvió de aviso aunque mi padre no se encontraba aquí pasaba el año por los mares de dios y poco tiempo de vacaciones
El profesor era andaluz y le llamaban don José Vera al parecer en su juventud había sido jugador del Sevilla club de fútbol y creo recordar según alguien me dijo uno de aquellos profesores después de la guerra tenidos en cuenta como sospechosos aun que no represaliados
No se si este caso sería cierto, lo que si puedo asegurar tenia un porte humanístico respetable cuando esporádicsmente dejaba caer algún amago de opinión en cuanto al enfoque de la realidad social sobre lo que por aquel entonces sucedía y que pasados los años empecé a tener en cuenta cual podía ser la motivación que le movía a hablar de aquella manera en parcas palabras que apenas telegrafiaba no fuera a ser que...
Como entonces era muy niño no captaba lo que quería decir hasta pasar largo tiempo
Ponía voluntad ante un alumnado variopinto que compartía estudio con las labores del campo no siendo en todos los casos así
El nivel estaba por encima de los límites aceptables si tomamos como referencia la formación básica actual.
En invierno se nos hacía denoche y cuando había temporal eran frecuentes los apagones, momento en que un animoso grupo de niños con cierto grado de liderazgo aprovechaban para armar las de dios y venga a verlo, el suelo al ser de madera servía de tambor y los niños aprobechaban para patear el suelo de modo que aquello parecía el concierto que cada año por Semana Santa se celebra en Calanda teniendo en cuenta que algunos calzaban zuecos de madera.
Don José aguardaba estoicamente hasta que se encendiera la luz y cuando así sucedía algún irreverente se acercaba al machete para desactivar la corriente y que continuara la fiesta
A mi en particular me era imposible mantener la risa y en un renuncio de estes el profesor me sorprendió poniéndome de rodillas y con los brazos en cruz, cierto es que el profesor tenia mano izquierda y sabía reconducir las situaciones, jamás perdía los nervios motivo por que le teníamos respeto pese a puntuales irreverencias
Un día varios gamberros le llenaron el aula de pájaros y aparentemente ni se inmutó, eso sí comparecieron al día siguiente los padres de esos alumnos y en presencia del resto del alumnado allí presente procedieron a repartir obleas en romanpaladí ostias, que me pusieron los pelos de punta y el primer sorprendido fue el profesor que seguramente no esperaba esa reacción de los padres
Eso sí, a partir de aquel entonces tan buenos fueron los niños que quedaron al borde de la canonización.
A mi me sirvió de aviso aunque mi padre no se encontraba aquí pasaba el año por los mares de dios y poco tiempo de vacaciones
El profesor era andaluz y le llamaban don José Vera al parecer en su juventud había sido jugador del Sevilla club de fútbol y creo recordar según alguien me dijo uno de aquellos profesores después de la guerra tenidos en cuenta como sospechosos aun que no represaliados
No se si este caso sería cierto, lo que si puedo asegurar tenia un porte humanístico respetable cuando esporádicsmente dejaba caer algún amago de opinión en cuanto al enfoque de la realidad social sobre lo que por aquel entonces sucedía y que pasados los años empecé a tener en cuenta cual podía ser la motivación que le movía a hablar de aquella manera en parcas palabras que apenas telegrafiaba no fuera a ser que...
Como entonces era muy niño no captaba lo que quería decir hasta pasar largo tiempo