ARES: Era baja mar en la playa de Estacas, a primeros años...

Era baja mar en la playa de Estacas, a primeros años del siglo X X, cuando mi abuela siendo niña paseaba por la cala mientras sus mayores recogían algas entre las que prevalecían las llamadas Golfos, ricas en nutrientes para fertilizar los terrenos de cultivo y al tiempo corregir la adidez de las tierras propia de las tierras gallegas y así estabilizar su PH.
Entonces para subir del arenal a las fincas y cargando las cestas repletas era una labor muy sacrificada, casi era preciso escalar, entonces apenas existían escaleras.
Contaba mi abuela que mientras sus mayores subían y bajaban para realizar la labor de fertilización, ella recorría el corto recorrido que ofrece la playa y que al sobrepasar la roca que divide a la cala en dos, se le apareció una hermosa dama vestida de blanco de telas que parecían delicadas gasas y un pañuelo sobre su cabeza transparente y a modo de velo, con un gesto que expresaba acentuada dulzura la invitó a que se acercara solo con el fin de acariciarla pues le decía que eso y solamente ese era un deseo, y la niña en principio se dejó seducir por tan expresiva dulzura, el instinto le hizo mirar hacia atrás aguardando el consentimiento de uno de sus mayores, que a cierta distancia se divisaban e insitu volvió la frente hacia la hermosa señora, y le dió tiempo de apreciar en ella una mirada extraña que la niña se estremeció y de inmediato salió corriendo hacia su tío que era el que tenia más cerca y le contó lo sucedido, por más que buscaron la tal señora no había dejado rastros ni huella en el arenal
Su tío que era un hombre muy informado y conocedor de las leyendas las asumía cómo verdades y le dijo a mi abuela:
Nena, te libraches de unha boa , si lle fas caso a señora sufres un encantamiento.
Mi abuela lo debió de soñar pero ella aseguraba que lo que contaba era cierto y que no te se ocurriera llevarle la contraria, con más amplio argumento le recuerdo contar la historia desde mi niñez hasta llegar a adulto y en nada se contradecia,  preferí como no podía ser de otra manera no tomar el asunto en serio
Pero a pesar de todo mi abuela tenía razón