Tenía el teleclub de Ares, una televisión Marconi en blanco y negro (no había llegado el color a España) a veces fallaba la señal, por diferentes razones, el repetidor o los defectuosos puntos de contacto que alimentaban el receptor, algún guateque se celebró del que queda un grato recuerdo, y pequeñas celebraciones que daban lugar a que los jóvenes se relacionasen, alguna pareja que en su tiempo cuajó. Un tablero lacado de verde asentado sobre dos caballetes era la mesa de ping pong sobre la que practicaba este deporte en el que algún virtuoso despuntó, por citar a alguien recuerdo a Gelpi, del que según tengo oído se asentó definitivamente en una localidad castellana.
Había juegos de mesa aunque el protagonista principal era el televisor cuando todavía el tal aparato no había invadido impertinentemente los hogares españoles redujese así casi a la nada el diálogo familiar y creando así un mundo de ausentes funcionales aunque presentes en el lugar
Había juegos de mesa aunque el protagonista principal era el televisor cuando todavía el tal aparato no había invadido impertinentemente los hogares españoles redujese así casi a la nada el diálogo familiar y creando así un mundo de ausentes funcionales aunque presentes en el lugar