Cuando yo tenía treinta y tantos años (90, y primeros años del siglo XXI), en los círculos en los que me movía, a nadie le importaba dónde estuviese enterrado Franco o La Pasionaria.
El hecho de ser simpatizante del PP o del PSOE tenía -en lo que se refiere a las relaciones entre amigos y conocidos- la misma o incluso menor trascendencia que ser seguidor del Madrid, Barça, Atleti, Betis, Valencia o Depor. Todo lo más, se soltaban las típicas pullitas (Pepe "el rojelio", Manolo "el facha") y punto pelota.
Entre nuestros amigos había homosexuales, bisexuales, vegetarianos, taurinos, antitaurinos, cazadores, ecologistas... y no pasaba nada. Todo el mundo se respetaba.
La Guerra Civil no era un tema habitual de conversación. Como mucho, rara vez se comentaba alguna anécdota familiar del estilo "mi abuelo era carlista", "pues el mío republicano", pero con el mismo tono que si se dijera "mi abuelo era de Valladolid".
Las mujeres seguían luchando por la igualdad, que, aunque legalmente estaba conseguida, todavía ciertas mentalidades no lograban asimilarla (sobre todo en ciertas zonas de España, como los pueblos pequeños). Pero ninguna odiaba al hombre.
Algo pasó en torno al año 2003. Algo pasó con el "no a la guerra" (que después se vio clarísimo que era un "no" sólo a esa guerra) y el Prestige (con el que pasó lo mismo: después otros desastres ecológicos, por lo visto, no tenían importancia).
Pero todo cambió. Volvió la crispación, el rencor, los dos banvdos, el sacar a relucir trapos sucios de hacía 70 años, el reabrir viejas heridas... El enfrentarnos a todos.
Y, al mismo tiempo, la defensa de causas justas, opciones de vida y orientaciones sexuales fue adquiriendo unos preocupantes tintes de sectarismo y de autoconcedidas superioridades morales.
Todos sabemos quién empezó con esto, quiénes querían volver al poder. Todos sabemos quién avivó esos fuegos entre los años 2004 y 2011 y quién ha continuado, incansable, con estos temas.
No, Pedrito, la crispación no la trae "la derecha", ni Vox, ni Ciudadanos, ni los políticos de izquierda que no te ríen las gracias. La crispación la habéis traído ZP, tú y los de vuestra cuerda, ayudados por cierto sector de la prensa.
Y ése no es el camino.”
El hecho de ser simpatizante del PP o del PSOE tenía -en lo que se refiere a las relaciones entre amigos y conocidos- la misma o incluso menor trascendencia que ser seguidor del Madrid, Barça, Atleti, Betis, Valencia o Depor. Todo lo más, se soltaban las típicas pullitas (Pepe "el rojelio", Manolo "el facha") y punto pelota.
Entre nuestros amigos había homosexuales, bisexuales, vegetarianos, taurinos, antitaurinos, cazadores, ecologistas... y no pasaba nada. Todo el mundo se respetaba.
La Guerra Civil no era un tema habitual de conversación. Como mucho, rara vez se comentaba alguna anécdota familiar del estilo "mi abuelo era carlista", "pues el mío republicano", pero con el mismo tono que si se dijera "mi abuelo era de Valladolid".
Las mujeres seguían luchando por la igualdad, que, aunque legalmente estaba conseguida, todavía ciertas mentalidades no lograban asimilarla (sobre todo en ciertas zonas de España, como los pueblos pequeños). Pero ninguna odiaba al hombre.
Algo pasó en torno al año 2003. Algo pasó con el "no a la guerra" (que después se vio clarísimo que era un "no" sólo a esa guerra) y el Prestige (con el que pasó lo mismo: después otros desastres ecológicos, por lo visto, no tenían importancia).
Pero todo cambió. Volvió la crispación, el rencor, los dos banvdos, el sacar a relucir trapos sucios de hacía 70 años, el reabrir viejas heridas... El enfrentarnos a todos.
Y, al mismo tiempo, la defensa de causas justas, opciones de vida y orientaciones sexuales fue adquiriendo unos preocupantes tintes de sectarismo y de autoconcedidas superioridades morales.
Todos sabemos quién empezó con esto, quiénes querían volver al poder. Todos sabemos quién avivó esos fuegos entre los años 2004 y 2011 y quién ha continuado, incansable, con estos temas.
No, Pedrito, la crispación no la trae "la derecha", ni Vox, ni Ciudadanos, ni los políticos de izquierda que no te ríen las gracias. La crispación la habéis traído ZP, tú y los de vuestra cuerda, ayudados por cierto sector de la prensa.
Y ése no es el camino.”