Rebaja tu factura AQUÍ

ARES: Vestir la camiseta del equipo de futbol de tu pueblo...

Vestir la camiseta del equipo de futbol de tu pueblo suponia un orgullo para aquel que lo podia lograr, cuando cualquier rincon de la calle servia para organizar un partido de fútbol entre la numerosa poblacion infantil que entonces había, la calle y particularmente la playa era en donde se veía quien desde muy niño despuntaba como futuro jugador y el tiempo le daba la razon a quienes los iban señalando.
Marcelino (a quien no he visto jugar en Ares por haber nacido mas tarde) me contaron que desde muy niño y jugando en la playa decian de él que si su proyeccion no se rompia tenia futuro como figura de este deporte, asi me lo contó mi padre, y el tiempo dio la razón, por razones obvias ya es una leyenda del futbol nacional, dicen que su hermano no desmerecía en cualidades, su futuro de brillante profesional siguió caminos. diferentes, Sanchez y Yañez, tuvieron destacado recorrido jugando en equipos de categoría nacional, cuando el futbol se vivia a flor de piel y masivamente se practicaba en cualquier rincón, el futbolista se hacia en la calle luego mas tarde se pulia
Julio era uno mas de los que destacaba, llegando a jugar en el Cadiz su carrera se truncó por una insidiosa lesión en la rodilla.
A Sanchez tuve la ocasion de verlo en un partido amistoso agregado al Numancia cuamdo militaba en un racing de Ferrol puntero de la segunda división, este acabó jugando en el Elche de Alicante.
De aquel partido amistoso, creo recordar muy a principios de los sesenta que se jugaba en el desaparecido campo de la Pedreira fue la unica vez que he visto jugar a Sanchez, agil y tecnivo central, en un partido que a medida que avanzaba la tarde iba arreciando el frio, tanto es asi que sin tener un patacón entramos en un bar en la acera opuesta al campo Juan Ramon y yo a combatir el frio mezclados entre la concurrencia, yo al menos no tenía dinero a mi acompañante ni le pregunté ya que mi urgencia era refugiarme, no recuerdo quien, pero a alguien le debi dar pena por mi delgadez y tiritando pues mi acompañante al menos lo pienso no lo manifestaba como yo, y nos invitó a tomar un café con leche que entonces lo servian en vaso para ello diseñados y el azucar en bloques en forma de cubo.
Tal debía de ser la necesidad de meter al cuerpo algo caliente, que pasados cerca de sesenta años todavía lo saboreo como el mejor café tomado en mi vida, y mira que soy consumidor de café de toda la vida
De productos alcoholicos lo dejé al abandonar la feliz soltería, cuando con la vida exige ponerse serio.