Poema a la Divina Pastora
Hermosa Virgen de Cabellos de Oro
a quien el hombre en su dolor implora
Tú eres el cielo sin igual tesoro
y dulce aliento del que triste llora
El infeliz que cruza sollozando
su sendero de espinas y de abrojos
en tus consuelos plácidos confiando
fija en ti, Virgen, sus nublados ojos
Por eso el pueblo que venera tanto
tu imagen sin igual, encantadora,
henchido de esperanza y amor santo,
se arrodilla ante ti bella Pastora
Derrama, pues, sobre tus bendiciones,
tu que puedes todo, Virgen pura,
mientras se oyen las santas oraciones,
que nuestros labios para ti murmuran
Hermosa Virgen de Cabellos de Oro
a quien el hombre en su dolor implora
Tú eres el cielo sin igual tesoro
y dulce aliento del que triste llora
El infeliz que cruza sollozando
su sendero de espinas y de abrojos
en tus consuelos plácidos confiando
fija en ti, Virgen, sus nublados ojos
Por eso el pueblo que venera tanto
tu imagen sin igual, encantadora,
henchido de esperanza y amor santo,
se arrodilla ante ti bella Pastora
Derrama, pues, sobre tus bendiciones,
tu que puedes todo, Virgen pura,
mientras se oyen las santas oraciones,
que nuestros labios para ti murmuran
MES DE FEBRERO.
Santa Apolonia, virgen y mártir, en tiempo del emperador Decio, 249. Los pintores y artistas la representan con una palma y las tenazas, porque, según afirma la leyenda de su martirio, le arrancaron los dientes con este instrumento. Es abogada contra el mal de muelas. Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la práctica de la fe cristiana. El lugar de los acontecimientos es Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio. En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la antigüedad. Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo para reflexionar. Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que, con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.
Santa Apolonia, virgen y mártir, en tiempo del emperador Decio, 249. Los pintores y artistas la representan con una palma y las tenazas, porque, según afirma la leyenda de su martirio, le arrancaron los dientes con este instrumento. Es abogada contra el mal de muelas. Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la práctica de la fe cristiana. El lugar de los acontecimientos es Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio. En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la antigüedad. Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo para reflexionar. Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que, con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.