Originalmente construido en el siglo XIV, es una de las alhajas del
gótico gallego, albergando en su interior una extraordinaria concentración de sarcófagos nobiliarios, subrayadamente, el del mal llamado "conde" Fernán Pérez de Andrade, finado en 1397, pues el primero de la
familia que contó con tal título fue su descendiente Fernando de Andrade, en el siglo XVI.