Los mejores recuerdos vienen de nuestra infancia, siempre que en ella nuestros mayores reservaran sus conflictos para su privacidad.
Muchos mayores hacian pactos de silencio y figuraban una convivencia que en la realidad no existía para no hipotecar la infancia de los hijos y luego con el tiempo decidían o no, ignoro si esto es lo correcto, pero la ligereza a día de hoy convierte a niños en moneda de cambio basada. el chataje emocional de una de las partes y la carencia de la presión social por que en nuestra cultura actual la dictadura funcional se le impone a los niños que carecen de la capacidad jurídica de poder ser parte en los asuntos
No se puede forzar a una pareja a convivir, pero la responsabilidad sobre los pequeños moralmente les obliga a ejercer un papel y luego decidir más tarde.
Claro que a día de hoy hablar de moralidad no se lleva, parece que lo justo es la dictadura del hedonismo que no exige sobre el compromiso hacia lo demás cuando lo demás están en estado de total indefension por carencia total de la presión que en el entorno exigen las culturas
No siendo lo de antes lo ideal, la actualidad nos habla de auténticos dramas que a día de hoy sufren los menores a causa de las decisiones unilaterales que no valoran su fragilidad con la hipoteca de su infancia que les puede suponer
Los medios de comunicación fijan y estimulan sobre en lo que entre millones de gente es una excepción y la ideología de género se impone haciendo de esa excepción el referente y estimula el hedonismo que precipita las decisiones sin pararse a pensar las consecuencias que caen sobre la parte más vulnerable e inocente
El resultado luego merece la pena evaluar si es cierto o no que eso genera mayor o menor incidencia de una adolescencia y juventud que incrementa la delincuencia, pensamos; sacamos conclusiones y luego decidimos si merece la pena reparar aunque sea de forma pactada mediando las instituciones.
Excluyendo del caso a los descerebrados que signifiquen peligro a la integridad de una de las partes pero esto merece tratamiento aparte
No todo se puede meter en un mismo saco
Apelar al sentido común no está de moda, y me pregunto si eso genera una infancia más feliz por estadística, dudo que en la realidad así sea.
Claro que la respuesta de una sociedad en donde los viejos visten de adolescentes tratando de vivir una ficticia segunda juventud y donde los perros y los gatos inspiran más ternura que los ancianos incapacitados no merece confianza de que sea esperanzadora.
Del humanismo hemos pasado al animalismo cuando un perro nos mira con ternura y nos inspira afectividad cuando en realidad es gregarismo
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