Aunque a algunos no les guste, el Apóstol forma parte de nuestra
historia y acervo cultural, así lleva siglos y no hay motivos para cambiar todo lo que significa para los cristianos y, mucho menos, por lo que crean, digan o cacareen aquellos que quieren suprimir las
procesiones de
Semana Santa, o trocear el país como si volviéramos a la Edad Media.