Difícil describir tanta belleza, tanta
naturaleza desbordada, tanto verde y
agua. Difícil no sentirse transportado a un lugar de ensueño en donde uno espera que aparezcan en cualquier momento Elfos, hadas, trasgos e incluso un político honrado.
En medio de tanto bosque, el Eume, de un
color verde jade, para hacerlo todo más irreal; en la cima, el
monasterio. Bien sabían estos monjes que desde allí se está más cerca de la gloria. Y
caminos para ir a lugares lejanos, para subir y bajar, para pasear junto al
río y ver en
Otoño la Naturaleza del modo más publicitario.
Colores, colores por cualquier lugar. Saber a humedad, a silencio, a viento y bosque.