Construcción emblemática que da nombre al
pueblo, fue reconstruido entre 1.863 y 1.870 y remodelado entre 1.884 y 1.888, hasta quedar con los 15
arcos actuales.
Sustituyó un
puente gótico de 68 arcos y más de 850 metros que mandó construir, con dos
torres,
capilla y
hospital para peregrinos, Fernán Pérez de Andrade “o Bo” entre 1.374 y 1.380. De este puente gótico sólo se conservan el Oso y el Jabalí que hoy podemos contemplar en los
jardines del
convento de los Agustinos, y que estaban situados entre los arcos segundo y tercero, en el hueco de los tajamares.