EN AQUELLA TARDE LOCA
En aquella tarde del mes de agosto, del año 2016, aquellas dos personas mayores, venidas de la zona de Castilla la Vieja, emprendieron un viaje desde La Coruña, hasta el lugar más famoso de la brujería gallega. San Andrés de Teixido, donde su entorno al lado de los acantilados más altos de la cornisa Cantábrica, te dejan mucho que pensar, y su recorrido hasta llegar allí, es demasiado tortuoso, primero las curvas sobre una carretera bastante estrecha, y con poca visibilidad, además de los indicadores en tablillas de madera, que al iniciarse la niebla, y una vez que se habían recorrido, como más de la mitad del camino, desde el nivel de las rías, unos 13, kilómetros, empezó la oscuridad, entre aquellos eucaliptos bastantes crecidos, y que impresionaban por la oscuridad, era como si fuera invierno, la temperatura bajo hasta 14, grados, y las tablillas seguían marcando el recorrido, que presagiaban cualquier cosa anormal, después de seguir aquella penosa carretera, por fin pudieron ver el desvió, que les llevaría hasta el pueblo, de San Andrés de Teixido, donde unos dos kilómetros antes de llegar allí desapareció la niebla, y pudieron ver el sol, no con demasiada alegría, unos metros antes de llegar aquel lugar, una señal prohibía el aparcar y circular por aquel lugar, habiendo un aparcamiento en la zona de la derecha según se iba al pueblo, donde por fin dejaron su automóvil, dirigiéndose enseguida a poder visitar, su Iglesia en ladera, con pocos adornos, y rectangular, luego un poco más tarde, recorrieron la parte de arriba de los acantilados, y otras decoraciones, que todas tenían un poco de brujería, en sus calles peatonales, se podían comprar en casi todas las tiendas, libros de historias de meigas, o de santones gallegos, sin olvidarnos de los potingues y otros adornos de brujerías, además de las varas de caminar por el campo, que se veían en sus locales, ya que las casas del pueblo, eran todo tiendas de recuerdos, para visitantes, ya lo dice el refrán gallego. “Quien no viene en vida a San Andrés, vendrá de muerto”. Aquellos refranes, y sus permanentes leyendas, hacen de aquel lugar, un sitio ideal para las personas que quieren saber de brujería, Aquella pareja castellana, estaba en su salsa, viendo aquel lugar maravilloso de naturaleza rara, y con sus casas e Iglesia en un entorno que cualquier brujo le agradaría, al abandonar el pueblo, su mirada hacia la montaña, imponía, las nubes que eran de niebla, parecía que se querían venir hasta el aparcamiento de los coches, y la subida para poder salir de allí era respetuosa, más sin temer al camino ni a las meigas, se decidieron salir sin prisa, pero mirando hacia arriba, donde la niebla esperaba, y con ella la noche, que tuvieron de camino, hasta poder pasar aquellos lugares, donde no se veía a ninguna persona, eso sí unas vacas pastando, al lado de la carretera que les llevaría hasta un lugar llamado Cariño, puerto pesquero y zona de fábricas de conservas pesqueras, donde la noche era caprichosa, la niebla se la veía a distancia y sin entender su misterio, desaparecía. La pareja no estando muy conforme, pregunto sobre distancias a otros lugares de Galicia, les hablaron de Ortigueira, y de Pontedeume, y sin pensarlo demasiado, iniciaron el retorno hasta ese lugar de la provincia de La Coruña, con un Puente muy largo, y sobre una ría llamada Eume, muy brillante en las noches claras, allí pudieron escuchar historias, de las que a los castellanos les hacen mucho el pensar, sobre la cultura gallega, que siempre entendieron que descendía de los Celtas, venidos de Irlanda, Escocia o Inglaterra. Aquella pareja, pudieron vivir en su viaje, todo lo que esperaban ver, arboles altos y frondosos, historias con niebla en verano, y voces y sonidos extraños, para ellos en su vuelta a Castilla, los recuerdos eran lo más importante, de aquel viaje a lo desconocido. G X Cantalapiedra..
En aquella tarde del mes de agosto, del año 2016, aquellas dos personas mayores, venidas de la zona de Castilla la Vieja, emprendieron un viaje desde La Coruña, hasta el lugar más famoso de la brujería gallega. San Andrés de Teixido, donde su entorno al lado de los acantilados más altos de la cornisa Cantábrica, te dejan mucho que pensar, y su recorrido hasta llegar allí, es demasiado tortuoso, primero las curvas sobre una carretera bastante estrecha, y con poca visibilidad, además de los indicadores en tablillas de madera, que al iniciarse la niebla, y una vez que se habían recorrido, como más de la mitad del camino, desde el nivel de las rías, unos 13, kilómetros, empezó la oscuridad, entre aquellos eucaliptos bastantes crecidos, y que impresionaban por la oscuridad, era como si fuera invierno, la temperatura bajo hasta 14, grados, y las tablillas seguían marcando el recorrido, que presagiaban cualquier cosa anormal, después de seguir aquella penosa carretera, por fin pudieron ver el desvió, que les llevaría hasta el pueblo, de San Andrés de Teixido, donde unos dos kilómetros antes de llegar allí desapareció la niebla, y pudieron ver el sol, no con demasiada alegría, unos metros antes de llegar aquel lugar, una señal prohibía el aparcar y circular por aquel lugar, habiendo un aparcamiento en la zona de la derecha según se iba al pueblo, donde por fin dejaron su automóvil, dirigiéndose enseguida a poder visitar, su Iglesia en ladera, con pocos adornos, y rectangular, luego un poco más tarde, recorrieron la parte de arriba de los acantilados, y otras decoraciones, que todas tenían un poco de brujería, en sus calles peatonales, se podían comprar en casi todas las tiendas, libros de historias de meigas, o de santones gallegos, sin olvidarnos de los potingues y otros adornos de brujerías, además de las varas de caminar por el campo, que se veían en sus locales, ya que las casas del pueblo, eran todo tiendas de recuerdos, para visitantes, ya lo dice el refrán gallego. “Quien no viene en vida a San Andrés, vendrá de muerto”. Aquellos refranes, y sus permanentes leyendas, hacen de aquel lugar, un sitio ideal para las personas que quieren saber de brujería, Aquella pareja castellana, estaba en su salsa, viendo aquel lugar maravilloso de naturaleza rara, y con sus casas e Iglesia en un entorno que cualquier brujo le agradaría, al abandonar el pueblo, su mirada hacia la montaña, imponía, las nubes que eran de niebla, parecía que se querían venir hasta el aparcamiento de los coches, y la subida para poder salir de allí era respetuosa, más sin temer al camino ni a las meigas, se decidieron salir sin prisa, pero mirando hacia arriba, donde la niebla esperaba, y con ella la noche, que tuvieron de camino, hasta poder pasar aquellos lugares, donde no se veía a ninguna persona, eso sí unas vacas pastando, al lado de la carretera que les llevaría hasta un lugar llamado Cariño, puerto pesquero y zona de fábricas de conservas pesqueras, donde la noche era caprichosa, la niebla se la veía a distancia y sin entender su misterio, desaparecía. La pareja no estando muy conforme, pregunto sobre distancias a otros lugares de Galicia, les hablaron de Ortigueira, y de Pontedeume, y sin pensarlo demasiado, iniciaron el retorno hasta ese lugar de la provincia de La Coruña, con un Puente muy largo, y sobre una ría llamada Eume, muy brillante en las noches claras, allí pudieron escuchar historias, de las que a los castellanos les hacen mucho el pensar, sobre la cultura gallega, que siempre entendieron que descendía de los Celtas, venidos de Irlanda, Escocia o Inglaterra. Aquella pareja, pudieron vivir en su viaje, todo lo que esperaban ver, arboles altos y frondosos, historias con niebla en verano, y voces y sonidos extraños, para ellos en su vuelta a Castilla, los recuerdos eran lo más importante, de aquel viaje a lo desconocido. G X Cantalapiedra..