GALICIA CUANDO VOLVERÉ A VERTE
Llevo a Galicia en el alma cargada de sentimiento, quiero sentir su mirada y revisar sufrimiento. Busco la claras del día en las rías mar a dentro, y siento su poesía que me llena de alimento. Mi mente sigue pensando en sus muchos monumentos, y mi recuerdo volando sabe de ciertos momentos. Quiero volar por sus prados, quiero sentir ese viento, quiero ver pasos marcados que saben que es el aliento. Quiero volver a Galicia aunque soplen fuertes vientos, quiero vivir la delicia de sus preciosos inventos. Siento la voz de esa tierra con Rosalía sufriendo, que en sus lecciones encierra amores que van gimiendo. Es la voz de sus montañas, es el eco de ese pueblo, donde se ven alimañas que muchas veces yo tiemblo. Las montañas no prometen el desterrar a sus muertos, ni sus gritos les someten a sentir tristes tormentos. Cuando piso sus caminos sin templanzas ni venenos, siento pájaros y trinos que quieren sentirse buenos. Cuando volveré a Galicia, para sentir ese viento, que puede ser la primicia de convivir más contento. Pisar calles y laderas donde se viven recuerdos, envueltos en las esperas de ciertos temores cuerdos. Esa Galicia de siempre con su mundo marinero, entre montañas grabadas que se admiran en enero. No vale sentir pesares, ni los sueños embusteros, existen muchos lugares de caminos altaneros. Cuando regrese a Galicia quiero encontrar sus lamentos, para entender la delicia de sus malos sufrimientos. Quien pudiera volar libre para sentir lluvia y viento, y mirar cómo se escribe sin temor a estar sediento. Las rías me van gritando en mis serias soledades, hay noches que voy pensando en Galicia y sus verdades. Sentir la niebla en verano para calmar los calores, y ver que tengo en mi mano ese mundo de colores. Es imposible explicarlo a quien duda de sus brisas, si el corazón suele amarlo todo se vuelven sonrisas. Ermitas sin ermitaño, en esta tierra bonita, las lluvias son como antaño y más si la mente grita. Quiero sentir las pasiones de sus verdes especiales, que siembran las emociones con colores naturales. Quiero montar en sus barcos contemplando el horizonte, sin temer el desembarco y viendo muy cerca el monte. Siento latir en mi pecho sensaciones de sus rías, sin ser camino derecho me alegran sus grandes vías. Recorriendo Pontedeume Galicia la voy sintiendo, es algo que siempre asume mi corazón padeciendo. Plazas llenas de leyendas con meigas en su pasado, hoy se conocen sus riendas y su mundo ilusionado. Cuando las tardes terminan sobre los campos gallegos, muchos sueños determinan que pasan mucho de pliegos. Esta Galicia Profunda que llevo dentro del alma, en mi soñar siempre abunda y siento vivir su calma. Volveré por sus caminos que derrochan esperanza, sintiendo que existen signos de ver Galicia y su danza. Que nadie borre destinos ni quiera trazar balanzas, Galicia sin adivinos sabe de calma y templanzas. Quiero abrazar esa tierra, quiero brindar con el alma, que la nostalgia se entierra aunque el tiempo te reclama.
¡VIVA GALICIA!...
G X Cantalapiedra.
Llevo a Galicia en el alma cargada de sentimiento, quiero sentir su mirada y revisar sufrimiento. Busco la claras del día en las rías mar a dentro, y siento su poesía que me llena de alimento. Mi mente sigue pensando en sus muchos monumentos, y mi recuerdo volando sabe de ciertos momentos. Quiero volar por sus prados, quiero sentir ese viento, quiero ver pasos marcados que saben que es el aliento. Quiero volver a Galicia aunque soplen fuertes vientos, quiero vivir la delicia de sus preciosos inventos. Siento la voz de esa tierra con Rosalía sufriendo, que en sus lecciones encierra amores que van gimiendo. Es la voz de sus montañas, es el eco de ese pueblo, donde se ven alimañas que muchas veces yo tiemblo. Las montañas no prometen el desterrar a sus muertos, ni sus gritos les someten a sentir tristes tormentos. Cuando piso sus caminos sin templanzas ni venenos, siento pájaros y trinos que quieren sentirse buenos. Cuando volveré a Galicia, para sentir ese viento, que puede ser la primicia de convivir más contento. Pisar calles y laderas donde se viven recuerdos, envueltos en las esperas de ciertos temores cuerdos. Esa Galicia de siempre con su mundo marinero, entre montañas grabadas que se admiran en enero. No vale sentir pesares, ni los sueños embusteros, existen muchos lugares de caminos altaneros. Cuando regrese a Galicia quiero encontrar sus lamentos, para entender la delicia de sus malos sufrimientos. Quien pudiera volar libre para sentir lluvia y viento, y mirar cómo se escribe sin temor a estar sediento. Las rías me van gritando en mis serias soledades, hay noches que voy pensando en Galicia y sus verdades. Sentir la niebla en verano para calmar los calores, y ver que tengo en mi mano ese mundo de colores. Es imposible explicarlo a quien duda de sus brisas, si el corazón suele amarlo todo se vuelven sonrisas. Ermitas sin ermitaño, en esta tierra bonita, las lluvias son como antaño y más si la mente grita. Quiero sentir las pasiones de sus verdes especiales, que siembran las emociones con colores naturales. Quiero montar en sus barcos contemplando el horizonte, sin temer el desembarco y viendo muy cerca el monte. Siento latir en mi pecho sensaciones de sus rías, sin ser camino derecho me alegran sus grandes vías. Recorriendo Pontedeume Galicia la voy sintiendo, es algo que siempre asume mi corazón padeciendo. Plazas llenas de leyendas con meigas en su pasado, hoy se conocen sus riendas y su mundo ilusionado. Cuando las tardes terminan sobre los campos gallegos, muchos sueños determinan que pasan mucho de pliegos. Esta Galicia Profunda que llevo dentro del alma, en mi soñar siempre abunda y siento vivir su calma. Volveré por sus caminos que derrochan esperanza, sintiendo que existen signos de ver Galicia y su danza. Que nadie borre destinos ni quiera trazar balanzas, Galicia sin adivinos sabe de calma y templanzas. Quiero abrazar esa tierra, quiero brindar con el alma, que la nostalgia se entierra aunque el tiempo te reclama.
¡VIVA GALICIA!...
G X Cantalapiedra.