CUANDO LOS SUEÑOS BUSCAN MÁS SUEÑOS
En el verano del 2017, aquel matrimonio venido de Valladolid, querían ver y poder pisar, sobre los verdes paisajes de Galicia, donde hacía años que ya pensaron poderlos conocer a fondo, Fueron días del mes de agosto, de un verano de calores especiales en Puentedeume, donde en su coche circularon por esas carreteras, para poder contemplar vidas y milagros de La Profunda Galicia. Estuvieron en La Playa de Las Catedrales, visitaron el pueblo de los acantilados grandiosos, San Andrés de Teixeido, y otro montón de lugares, donde aquellos castellanos, comprendieron los misterios que aún conserva Galicia, Pasaron del calor de la costa, a subir entre eucaliptos cubiertos de niebla a las seis de la tarde, en el corazón donde parece que las meigas y brujerías tienen su lugar destacado. El matrimonio pudo comprobar por ellos mismos, lo que un gallego inmigrante en Valladolid, les contó un día, en una de las cafeterías de La Fuente Dorada en la ciudad Castellana. Supieron lo que era perderse entre arbolados, sin ver ninguna señal que indique nada, y circular sin saber dónde terminarían, y tener que retroceder kilómetros, para volver a estar en lugar un poco comunicado, Todo aquel mes de agosto, fue una visita a donde el viento les llevase, comer y cenar en los lugares más extraños, hablar con personas que apenas hablaban el idioma castellano, y pisar montes que eran un esplendor de verde con vida. Más su aposento y lugar fijo de residencia, ellos lo llamaron siempre Puentedeume, era como seguir hablando su castellano de Valladolid, con sus acentos y pronunciaciones perfectas. Sin que nadie en ningún lugar les llevase la contraria. Ya que la mayoría de las personas de esa región gallega, suelen ser bastante amables, y si pueden enseñarte a poder seguir tu camino informado, lo hacen. El matrimonio el día 30 de agosto se marchó para su ciudad, más se llevaron dentro de su mente y corazón, un recuerdo fabuloso de esa tierra gallega, donde el verde hace límite con el mar o las rías, dejando unos paisajes dignos de ser recordados y fotografiados. Les habían hablado de la calma de Galicia, pero no pensaban lo mismo al salir de su contorno, ya que vieron laderas y montes en calma, pero el personal de trabajo, funcionaban deprisa y con muchas ganas de salir adelante, rompiendo esos viejos mitos y leyendas, de “Gallegos de lluvia y calma”. Conocieron las noches de Puentedeume, con sus terrazas abiertas a los muchos veraneantes de ese lugar, con Rías llenas de vida y futuro. Donde el ser humano se siente en ambiente de calidad, y sin problemas de convivencia. Cuando el día 30, de agosto de aquel caluroso, 2017, llegaron a Valladolid, después de circular por 450, kilómetros, el matrimonio comentó. Merece la pena poder volver a pisar esa tierra, donde el turista se siente como en su propia casa. G X Cantalapiedra.
En el verano del 2017, aquel matrimonio venido de Valladolid, querían ver y poder pisar, sobre los verdes paisajes de Galicia, donde hacía años que ya pensaron poderlos conocer a fondo, Fueron días del mes de agosto, de un verano de calores especiales en Puentedeume, donde en su coche circularon por esas carreteras, para poder contemplar vidas y milagros de La Profunda Galicia. Estuvieron en La Playa de Las Catedrales, visitaron el pueblo de los acantilados grandiosos, San Andrés de Teixeido, y otro montón de lugares, donde aquellos castellanos, comprendieron los misterios que aún conserva Galicia, Pasaron del calor de la costa, a subir entre eucaliptos cubiertos de niebla a las seis de la tarde, en el corazón donde parece que las meigas y brujerías tienen su lugar destacado. El matrimonio pudo comprobar por ellos mismos, lo que un gallego inmigrante en Valladolid, les contó un día, en una de las cafeterías de La Fuente Dorada en la ciudad Castellana. Supieron lo que era perderse entre arbolados, sin ver ninguna señal que indique nada, y circular sin saber dónde terminarían, y tener que retroceder kilómetros, para volver a estar en lugar un poco comunicado, Todo aquel mes de agosto, fue una visita a donde el viento les llevase, comer y cenar en los lugares más extraños, hablar con personas que apenas hablaban el idioma castellano, y pisar montes que eran un esplendor de verde con vida. Más su aposento y lugar fijo de residencia, ellos lo llamaron siempre Puentedeume, era como seguir hablando su castellano de Valladolid, con sus acentos y pronunciaciones perfectas. Sin que nadie en ningún lugar les llevase la contraria. Ya que la mayoría de las personas de esa región gallega, suelen ser bastante amables, y si pueden enseñarte a poder seguir tu camino informado, lo hacen. El matrimonio el día 30 de agosto se marchó para su ciudad, más se llevaron dentro de su mente y corazón, un recuerdo fabuloso de esa tierra gallega, donde el verde hace límite con el mar o las rías, dejando unos paisajes dignos de ser recordados y fotografiados. Les habían hablado de la calma de Galicia, pero no pensaban lo mismo al salir de su contorno, ya que vieron laderas y montes en calma, pero el personal de trabajo, funcionaban deprisa y con muchas ganas de salir adelante, rompiendo esos viejos mitos y leyendas, de “Gallegos de lluvia y calma”. Conocieron las noches de Puentedeume, con sus terrazas abiertas a los muchos veraneantes de ese lugar, con Rías llenas de vida y futuro. Donde el ser humano se siente en ambiente de calidad, y sin problemas de convivencia. Cuando el día 30, de agosto de aquel caluroso, 2017, llegaron a Valladolid, después de circular por 450, kilómetros, el matrimonio comentó. Merece la pena poder volver a pisar esa tierra, donde el turista se siente como en su propia casa. G X Cantalapiedra.